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Antonio de Ávila expone sus paisajes acuáticos en Bernesga

El artista viaja, a través de sus cuadros, por el Norte de Europa y lugares españoles como Sevilla o el Canal de Castilla

El artista abulense, con una de sus creaciones.

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marcelino cuevas | león
León

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En el fabuloso e interminable mundo de la pintura hay de todo: desde enormes artistas capaces de reflejar en el lienzo un momento mágico o una intensa emoción, a aquellos otros cuyo arte tiene los pies de barro y no son sino un gran fraude.

Los hay que viven permanentemente asidos a las formas, porque son incapaces de dar un paso más. Y hay otros que se pierden en la abstracción porque no se entienden con el dibujo. Por eso debemos felicitarnos cuando nos encontramos ante un gran pintor, un fabuloso intérprete plástico, capaz de deslumbrarnos con sus colores, de ilusionarnos con su dibujo y de ofrecernos unos cuadros llenos de verdad pictórica, en lo que todo lo que figura sobre el lienzo tiene su justa medida.

Antonio de Ávila, viejo conocido de los aficionados leoneses, ha pasado por muy diferentes etapas, pero siempre demuestra que es un pintor con mayúsculas. En sus cuadros, hasta este momento ligados a la realidad, sobresale la libertad de un trabajo que va mucho más allá de la simple representación de un paisaje. En cada centímetro cuadrado del lienzo el artista da una auténtica lección que enriquece al espectador. Cada pincelada, cada gesto, demuestran que De Ávila podría pintar cualquier cosa, porque en sus cuadros lo menos importante es el motivo. En esta ocasión, el pintor presenta en la galería Bernesga, un recorrido por las ciudades de Europa a través del agua. «Me cuesta mucho -”dice-” explicar mis cuadros. Sí puedo comentar que en esta ocasión predominan los paisajes con el agua como protagonista. Me siento muy a gusto pintando los reflejos, que son como una parte oculta del paisaje, pero que está presente y que el artista tiene que ser capaz de ver, de pararse a pensar en ella y después trasladarla al lienzo».

De Norte a Sur. Desde lejanas ciudades del norte de Europa a lugares muy cercanos, como el Canal de Castilla, están presentes en esta exposición. «He pintado muchas ciudades: Venecia, Amberes, Gante, Brujas, Burdeos, Sevilla-¦ todas tienen maravillosos rincones que se reflejan en sus ríos o sus canales con la misma coquetería que una mujer demuestra al mirar su reflejo en un espejo. Y eso es lo que he querido recoger en mis pinturas, esos momentos mágicos en los que los espacios más característicos de esas ciudades se convierten en un mundo diferente a través de la brillante e inestable superficie del agua».

Y De Ávila logra llevar la mirada de los visitantes a través de las arterias fluviales y las costas de las ciudades más emblemáticas del viejo continente, logrando que los viejos muros se transmuten en maravillosas edificaciones llenas de fantasía.

El artista anuncia ya una nueva etapa, otro capítulo en su ya larga carrera. En los próximos cuadros su mirada será más cercana, ya no plasmará espacios abiertos, grandes perspectivas, sino que se fijará en las pequeñas cosas, en diminutos detalles pletóricos de belleza.