«Historias del otro lugar» reúne los cuentos canónicos de Merino
El escritor leonés reivindica en sus relatos la literatura breve como creadora de «un espacio paralelo a la realidad cotidiana»
El escritor y académico leonés José María Merino en la biblioteca de su casa madrileña.
Devoto lector y escritor de cuentos, el leonés José María Merino ha publicado en los últimos 30 años infinidad de relatos largos que, hasta el momento, se podían disfrutar en los libros Cuentos del reino secreto (1982), El viajero perdido (1990), Cuentos del Barrio del Refugio (1994) y Cuentos de los días raros (2004). Esos cuatro títulos, que aglutinan todos sus «cuentos canónicos» según sus propias palabras (al margen quedan los muchos microrrelatos que también ha publicado), aparecen ahora reunidos en Historias del otro lugar (Alfaguara, 22 euros), un volumen de cerca de 700 páginas que este miércoles llega a las librerías.
El tomo incluye además otros cinco cuentos y una fábula que habían visto la luz de muy diversas formas, y todo el material (66 relatos, en total) ha sido revisado por el autor, que ha realizado una relectura general para incluir «alguna corrección pero sin alterar lo sustancial». «Para mí el proceso ha sido curioso, porque me ha permitido redescubrir algún cuento y comprobar que, en algunos casos, los relatos tenían un sentido que no era exactamente el que yo había querido darles. Es sorprendente porque algunos cuentan cosas que uno ni siquiera había sospechado», señala a Ical.
La mirada atrás, algo que confiesa como poco habitual («pasan los años y normalmente los escritores no releemos nuestro trabajo», apunta), le ha permitido apreciar hilos comunes que entretejen la mayoría de los cuentos. «Todos ellos están presididos siempre por algo fantástico (aunque quizá los últimos lo estén de una forma menos estricta), y a lo largo de toda esta antología se repiten temas como el sueño y la vigilia, el doble, los objetos y la memoria un poco tramposa o extraña», argumenta. Historias del otro lugar arranca con El nacimiento en el desván, el relato que abría Cuentos del reino secreto, un volumen que transcurre enteramente en tierras leonesas. «Fue el primer libro de cuentos que escribí, y acontece en lugares de la capital y de las comarcas, porque lo planteé como un pequeño homenaje sentimental a todo aquel territorio; pretendí llevar lo fantástico a mis lugares familiares», rememora.
Una mesa inspiradora. «El libro fue hijo de una antigua mesa inglesa que le compré a un amigo anticuario. Era una mesa abatible, vieja y que se movía por todas partes, pero me senté encima y se me empezaron a ocurrir cuentos.