«Iba para médico pero las canciones tiraron de mí»

El universo musical de Drexler (Montevideo, 1964) es de tal envergadura que aunque haya ganado un Oscar con Al otro lado del río , lo que, de su carrera, pase a la historia serán sus canciones, muchas de sus otras canciones, sin necesidad de premios y mercadotecnia, sino con una huella que de lo circunstancial o lo cotidiano, la paradoja, el clasicismo y lo moderno, o la simple mirada de poeta que practica sobre las pequeñas cosas, le ha llevado a componer unas cuantas, muchas, obras maestras. Y en Amar la trama (Warner), título de este nuevo trabajo, las hay.

-La última canción se presenta como la más desnuda, con aplausos al final. ¿Es su particular homenaje para dar telón a ese trabajo?

-En parte sí. Es una canción que había comenzado hacía muchos años y que terminé durante la grabación. El proceso de grabación fue de los más emotivos que recuerdo, porque no tiene nada que ver con lo anterior. No fue un show en vivo, aunque tuviéramos cada día veinte espectadores. No era cuestión de tocar de cara al público. En este caso, con toda la generosidad del público, ellos eran la diana, el blanco nuestro. No había aplausos.

-Este disco es puro y duro Drexler pero planteado como un disco colectivo. ¿Eran las armas iniciales de «Amar la trama»?

-Sí que es un disco de concepto, pero en los textos las líneas temáticas eran iniciales. En lo musical sí que hay más una idea homogénea. Creo que hasta ahora no había hecho un disco con esa característica tan marcada.

-¿Qué pretendía con esa intención?

-Tenía que ver con el hecho de querer disminuir al mínimo el artilugio digital. Soy un amante de las computadoras y de las trampas que te permiten, pero hay un momento en el que lo que me interesaba era un grupo de personas interactuando. Nueve cerebros humanos todavía pueden alcanzar cimas a la que las computadoras aún no llegan.

-La vida como acontecimiento trascendente inmensamente pequeño sigue siendo uno de sus filones temáticos.

-Sí, pero aquí quiero hablar dentro de las dimensiones del tamaño de la vida, hay una parte de juicio del estado de ánimo. Todo puede ser no solo leve, sino peligrosamente leve, como dice una letra. Iba a poner insoportablemente leve, en homenaje a Kundera, pero puse peligrosamente, con la idea del fenómeno bola de nieve, como fenómeno que crece porque se retroalimenta independientemente de la voluntad que lo originó.

-¿A dónde quiere llegar cuando en muchas de sus canciones se pregunta acerca del individuo desde la insignificancia, lo efímero o el lugar que podemos ocupar?

-Desde luego que esas preguntas me las hago. Espero no dar muchas respuestas y que sea sin dar lecciones. Por ejemplo, en Tres mil millones de latidos me preguntaban si hablaba de Madrid o Montevideo, pero me refiero a algo más existencial.

-¿Usted viene del mundo de los cantautores o de una cultura más pop?

-Primero, me interesaba que quedara muy presente el caudal energético de la banda. Que se percibiera durante todo el disco y que ahora llegue así al público. Respecto a las definiciones, pienso que al mismo Sabina se le llama muchas cosas. Yo le veo más próximo al cabaret. El término cantautor no me gusta.

-¿Cree que este disco está hecho para ser tocado en directo?

-Así debe de ser siempre. Tengo mucha suerte porque he podido tocar en los teatros más lindos de habla hispana. Si el sonido es muy importante en el disco, en directo lo será.

-El tema «Una canción me trajo hasta aquí» sería una carta de presentación excelente-¦

Esa canción es la que es. Y esa sencillez que cuenta es real. Iba para médico pero las canciones tiraron de mi hasta aquí. Esa canción la hice para Ana Belén y Víctor Manuel.