Reportaje | pacho rodríguez
La Cepeda toma el foro
Ignacio Redondo presenta en Madrid «Otras historias de La Cepeda»
La Cepeda se mueve. Y quedó demostrado en Madrid en la Casa de León, en donde se presentó el viernes Otras historias de La Cepeda, libro escrito por Ignacio Redondo Castillo (Sueros de Cepeda, 1945) y editado por Lobo Sapiens.
Más que nunca, en actos de esta naturaleza, el centro leonés de la calle Pez registró un lleno inusual. Lo de Redondo Castillo es, por todo ello, un vivir para contarla sin necesidad de literatura mágica. Aquí, la que aporta la magia es la realidad. Casi, según cuenta, se podría interpretar como una escritura automática de memoria, que fue lo que utilizó para recordar anécdotas, situaciones y ocurrencias que tuvieron lugar en otros tiempos en La Cepeda, «cuando la gente hablaba», matiza este leonés. Y es que una de las intenciones del libro de Ignacio Redondo, además de «poner un trozo de La Cepeda en Madrid», es, tal y como afirma en el caso de este acto, «rescatar ese diálogo que ya no se da. Porque, antes, cuando un carro se cruzaba con otro, se paraban, fumaban un cigarro y charlaban un rato». Ahora ni se fuma, y se va en tractor a toda prisa. Redondo viajaba en la vida con esas anécdotas y cuando las contaba recibía el éxito de los amigos que le pedían que las escribiera. Y el inolvidable Antonio Pereira, un día, al oírlas, lo mismo. Y eso son palabras mayores. Palabras que pasaron a las páginas para contar historias de La Cepeda y que son traspasables a otras comarcas como huellas culturales de lo cotidiano. Y así aparecen los personajes de estas vivencias que no nacieron con vocación de libro, pero sí con la contundencia del realismo y con la salsa de la picaresca especial de La Cepeda. Y por ellas van desfilando Vicentón, El Ñaso, el tío Peona-¦ cuales personajes de un Amanece que no es poco, a la leonesa. Y sus historias están en este jugoso e indispensable libro para entender mejor, podría incluirse, toda la provincia. Así, cuando llegó la luz eléctrica a Sueros, cuenta Ignacio Redondo, lo de que hubiera cortes era tan habitual como ahora. Lo cual, por otra parte, confirma que tales cortes no son circunstancia sino condición. Y hubo un corte de esos, y el tío Peona «marchó a buscarla-¦», narra Redondo. «Y volvió y les dijo a los allí presentes: -˜Ya viene allí la luz-™. Cuando le preguntaron que cómo lo sabía, contestó: -˜Restriegan las jícaras-™», contó este viernes el autor del libro. O como, cuando llegó la primera moto al pueblo, este mismo personaje exclamó a su mujer: «El gitano trajo una becicleta que tira pedos a esgalla». La lectura a la que invita este cepedano es un saludable reencuentro con la picaresca y el ingenio que había y hay en los pueblos.