EL INVENTO DEL MALIGNO
Revolución digital
El invento del maligno juan varela
Flores a la puerta de Google en Pekín. Los internautas temen un cerrojazo. El buscador deja China acosado por la censura y las presiones del Gobierno. Se muda a Hong Kong, amparado por libertades que aún separan la vieja colonia británica del resto del país. Pero el Ejecutivo chino no se arredra y continúa su persecución totalitaria contra el Gran Buscador. Los grandes perjudicados, los chinos, cada día más ricos pero sin libertad. Sometidos a la égida web de Baidu, el gran buscador de esta China roja y capitalista a la vez.
Google viste ropas de héroe de la libertad con el recuerdo de Tiananmen en los resultados de sus búsquedas. El gigante de Internet y la muralla totalitaria reviven las viejas guerras del opio que británicos y franceses libraron contra el imperio por el control comercial de las Indias Orientales. El botín digital es grande como las viejas fortunas y en la pelea se disputa no sólo la libertad de información y comunicación de los chinos, sino la expansión de los dragones digitales por el tido Comunista. Un mercado demasiado grande para perderlo, defienden Yahoo, Microsoft o el magnate Rupert Murdoch. En otros países las multinacionales digitales aceptan también las restricciones de legislaciones y regímenes no democráticos. La ley obliga, justifican. ¿Es la hora de la rebelión? Cuando ciudadanos de todo el mundo utilizan la Red como espacio de libertad es hora de que las empresas que ejercen el posmoderno control 2.0 de la sociedad conectada se comprometan en defensa de los usuarios y sus derechos.
¿Puede confiarse la libertad a los intereses de una multinacional? ¿Pueden los intereses económicos -"en China, España o en cualquier lugar-" restringir la libertad de los ciudadanos en Internet? Esa idea anima también la protesta contra la ley Sinde para bloquear las descargas.