Crítica | marcelino cuevas
La armadura del «Mysterium»
El escultor leonés Juan Viloria expone en el patio del Palacio de Don Gutierre
Juan Viloria ha trasladado al Palacio de Don Gutierre sus vivencias místicas. El escultor leonés ha realizado para la acción Escultura en el Patio del Palacio una estructura ingrávida que flota en el agobiante espacio interior del reducto leonesista por antonomasia.
El artista ha creado un cubo de aluminio que es como la armadura que defiende en su interior una cruz radial que representa los sentimientos más trascendentales del hombre. Una auténtica tela de araña, fabricada en acero, sostiene milagrosamente la fortaleza, engañosamente maciza, ya que por su interior circulan el aire y la luz.
Explica el escultor que, en este caso, «el arte conceptual nos permite llegar a una idea o a un concepto a través de sí mismo. En esta acción tratamos de aquello que se ve envuelto en un halo de misterio y, a la vez, encierra cierta dificultad de entendimiento, como es la fe. Un cubo de metal, vaciado en su interior en forma de cruz radial, suspendido en el espacio por finos hilos metálicos, hace que nos preguntemos ¿qué es y cómo está sostenido?, obligándonos a hacer un recorrido por la instalación hasta descubrir el desarrollo del montaje y llegar a la certeza de que algo lo sustenta». Viloria encuentra más relaciones entre su cubo y el ser humano: «En un cubo puede inscribirse la figura humana, recordemos los dibujos de Leonardo, y los juegos de luz que se reflejan en las caras y el interior del cubo son una inmejorable referencia al espíritu de los hombres».
Además de su escultura , Juan Viloria muestra una serie de imágenes que le han servido para llegar a la realización de su escultura, en unos casos pinturas en color y en otros fotografías que muestran diversas perspectivas de la singular estructura. Con su Mysterium demuestra Juan Viloria que una estructura conceptual, que una escultura absolutamente moderna, puede entroncar, a través de la fe, con el momento de intensa religiosidad que vivimos en estos momentos de la Semana Santa. «De cualquier manera, quiero dejar claro que estas connotaciones espirituales no tienen nada que ver con ninguna religión en concreto, son una referencia a los sentimientos más trascendentes del hombre».