La Casa de León rinde homenaje a Antonio Pereira

Antonio Pereira, de lo particular a lo universal, fue uno de los maestros del cuento en lengua hispana. Un meteoro fragmentado en relatos que recorrió lo costumbrista y lo fabuloso. Un viajero de sí mismo y los demás, con Villafranca del Bierzo, El Bierzo en pleno, León y Madrid, como paradas y fonda de una obra en la que la imaginación se alió con la destreza literaria solo reservada a los grandes.

Es en Madrid, por iniciativa de la Casa de León presidida por Rafael Álvarez, y por el empeño de Cándido Alonso. Que, además de compartir aventuras, tertulias y amistad, amén de reconocimientos como que los dos fueron Leoneses del Año, puede decirse que es su primer fan. De la persona, del escritor, y de su mujer, Úrsula Rodríguez. Que sea en Madrid esta velada literaria de homenaje, que se celebrará el día 19 presidida por un retrato de Pereira visto por José Carralero, tiene la lógica de que al escritor villafranquino le ocurría lo que a muchos de los que frecuentan esta casa leonesa de la calle Pez: que por la vida les pasa León y Madrid como geografía existencial y sentimental. La intención de esta velada, que no será nocturna porque comenzará a las 19.30 horas, y así se hace literatura, es recordar su obra y su huella humana. Por ello, y seguro que sin alcanzar su genial conversación, aquella que parte del detalle más nimio, se trata de provocar una semblanza sin más orden que el que su elegancia provocaba, cazar al vuelo la fina ironía e invocar el humor que como un ejercicio de estilo practicaba Antonio Pereira.

El filandón mágico. Por las voces de los asistentes, entre ilustres y anónimos, seguro que aparecerá la palabra filandón, del que a Antonio Pereira puede considerarse padre. Habrá Lugo y Álava, como puntos originarios paternos, mucha Villafranca del Bierzo por nacimiento y ejercicio, las calles leonesas, Madrid y sus viajes. Irrumpirá el Crucero como inusual territorio romántico, su Atalaya del Diario de León, y los reconocimientos en forma de premios. Y, por supuesto, saltarán a la palestra los títulos que hacen trascendente su obra. Esa poesía que recorre transversal toda su obra y su presencia en otros géneros y que está en Contar y seguir y Meteoros. O ese País de los Losadas , como aportación novelística. Y sus cuentos, terreno que engrandece con incontables creaciones y en donde sus títulos explican la evolución global del género durante más de cuarenta años. De Una ventana a la carretera (1967) a Cuentos del Noroeste mágico (2006). En definitiva, se hablará de un genio berciano en un encuentro oral. En un terreno en el que goleaba sin nunca ser excesivo. Por allí, este próximo 19 de abril, pasarán El ingeniero Balboa y otras historias civiles...