Velasco y el Emperador, 50 años de murales de cine
Prólogo José Luis rodríguez zapatero
Como saben todos los lectores de Juan Marsé, en los antiguos cines permanecen rondando los fantasmas de todos aquellos personajes que habitaron sus pantallas. El cine Emperador fue uno de esos lugares míticos de ensoñación que alimentaron las fantasías de muchas personas, que nos ayudaron a olvidar la realidad y acceder al asombroso mundo del cine, que nos hicieron soñar y abrieron una ventana llena de colores en la fría realidad de la provincia, que nos acercaba al mundo desde un pequeño rincón de León.
Pero incluso antes de entrar en la sala, la magia del cine nos asaltaba en la calle en forma de carteles que reproducían las escenas más prometedoras o los rostros de los actores y actrices más deseados: el carmin glorioso y la melena platino de las divas; el fulgor dorado de la estrella del sheriff; las brillantes lentejuelas de los musicales... Todas estas imágenes nacían de la sabia mano de Juan Antonio Velasco, uno de los últimos cartelistas clásicos del mundo del cine, que nos ha dejado recientemente. Este libro recopila ahora algunos de los cientos de carteles que a lo largo de muchos años creó Juan Antonio Velasco, y que sirvieron para que el cine y su promesa de evasión, de deseo, de misterio o simplemente de belleza, formara parte de nuestro paisaje urbano. Aunque los carteles desaparecían con cada película, y, como auténticas obras de arte efímeras, cedían su paso a nuevos rostros, a nuevos colores, a la promesa de nuevas historias, otra magia, la de la fotografía, los rescata ahora del olvido para que todos podamos recordarlos, y con ellos nuestra propia historia personal y colectiva, y homenajear así a su autor.
Ahora, el teatro Emperador va a vivir una nueva existencia como sede del Centro Nacional de las Músicas Históricas, un ambicioso proyecto que lo convertirá en uno de los centros de las artes escénicas de nuestro país. Pero sin duda que entre los atriles y los músicos habrá un sitio para los fantasmas del Emperador que han quedado inmortalizados, junto a toda una época de nuestro cine, en los carrteles de Juan Antonio Velasco.