«El Panteón de los Reyes reúne el mejor bestiario de toda España»
Jesús Herrero ha recopilado los animales, reales y fantásticos, representados en el Románico y los muestra y explica en una obra que llegará a las librerías el día 20
Serpientes, toros, águilas y leones, perros y elefantes, pero también grifos, sirenas y extraños dragones de fauces temibles. El universo multiforme y sugestivo, lleno de ocultos significados, de las bestias representadas durante la Edad Media en los códices, miniaturas, bóvedas y templos de los reinos hispánicos está reunido ahora en el Bestiario románico en España , una obra de Jesús Herrero, editada por Cálamo, que llegará a las librerías el 20 de mayo.
Trabajador del Instituto del Patrimonio Cultural de España y experto en Historia del Arte, Herrero revela su fascinación, de entre los muchos lugares que ha estudiado, decorados o custodiados con representaciones animalísticas, por el Panteón de los Reyes de la Colegiata de San Isidoro de León. «Es una de las más destacadas, por no decir la más importante, colección de animales maravillosos: es única, no existe nada parecido en España». Jesús Herrero habló a este periódico de los leones que, como en tantos otros lugares, «custodian espacios o tesoros sagrados», y se refirió a la serpiente y a los Evangelistas presentes en la Biblia Legionensis . «Tenéis una verdadera joya, en otras provincias, o aun en toda Galicia, no hay una variedad tal», afirmó.
«Todas las religiones, y el arte desde el Paleolítico, han representado animales como símbolo de valores, comportamientos o significados concretos -”informa Herrero-”, desde las cuevas de Altamira a Egipto, desde la serpiente, signo del demonio para el Judeocristianismo, a los gatos negros de la caza de brujas en Europa». En lo que respecta al Medievo los animales eran una manera de mostrar, al público iletrado, lo que era bueno o malo en una simbología muy clara para aquella gente. Servían para aleccionar». Malignos lobos y dragones, potentes toros, fieles perros, esquivos gatos... pero también grifos y otros animales mitológicos que normalmente eran símbolo del mal o del pecado. «Procedían de la cultura clásica y se siguieron representando. Además, eran también una respuesta humana al hallazgo de grandes fósiles que, entonces, no se sabía lo que eran», comenta Herrero. Tampoco sabían muy bien cómo eran los camellos o tigres, e inventaban rasgos. «A algunos elefantes, por ejemplo, les ponían la trompa en la cabeza».