Diario de León

Margarita Sáenz de la Calzada | Escritora

«Sin la Residencia de Estudiantes, la dictadura en León habría sido más dura»

Prepara la reedición de su libro sobre la Residencia de Estudiantes, que se presentará en la Colina de los Chopos con motivo de los cien años del proyecto más emblemático de la Institución Libre de Enseñ

La escritora leonesa Margarita Sáenz de la Calzada en su domicilio de Madrid.

La escritora leonesa Margarita Sáenz de la Calzada en su domicilio de Madrid.

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cristina fanjul | león
León

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Fue un momento único. En la calle del Pinar, en Madrid, algunos elegidos -"muchos de ellos de León-" tuvieron la suerte de compartir su vida con los artífices del siglo XX, como Einstein, Paul Valery, Bruce, Curie, Ortega, Unamuno o Ramón y Cajal. Este año se cumplen cien años de una empresa y un momento al que se ha denominado la Edad de Plata.

-"¿Cómo surgió la idea de escribir el libro sobre la Residencia?

-"Yo estudiaba cuarto curso de carrera y teníamos de profesor a Vicente Cacho Víu, que había escrito su tesis doctoral sobre la Institución Libre de Enseñanza y sabía mucho sobre ella. De modo que le pedí que fuera mi director de tesina y aceptó con gran entusiasmo y me dirigió muy bien. En aquellos tiempos -"1970-" todavía hablar de la Institución era casi tabú pero yo había vivido en mi casa todo el amor y el entusiasmo que mis padres tenían hacia aquel proyecto educativo y patriótico y me pareció que yo debía escribir sobre ello. Aunque escrito entre 1970 y 1972, no se publicó hasta 1986 cuando Javier Solana era ministro de Cultura y fue como el príncipe azul (en este caso «rojo») que quiso despertar del sueño a la bella durmiente que era la Residencia de Estudiantes.

-"¿Cuándo comenzó a oir hablar de la Residencia?

-"En casa se hablaba de la Institución, del Instituto-Escuela y de la Residencia de una manera natural. Mi padre tenía una especie de tríada capitolina que estaba formada por Ortega, don Alberto y Federico, así dicho. Ortega era Ortega y Gasset, claro, a quien mi padre citaba con mucha frecuencia. Alberto era Jiménez Fraud, el director de la Residencia y una figura casi sagrada, de una autoridad moral incuestionable, el que nos había enseñado a todos que había que tener en la vida una escala de valores como referente moral y que primero había que atender las obligaciones y predicar con el ejemplo y esos versos de Goethe que mi padre nos decía a todas horas: «Sólo el villano sigue su capricho, el noble aspira a ordenación y a ley». Y Federico era Lorca, al que mi padre adoraba y del que habla mucho mejor que todo lo que yo te pueda contar en su libro sobre La Barraca . Los principios y valores de la parte de nuestras vidas, nos fueron transmitidos desde niñas, se respiraban en casa.

-"¿Qué les enseñó el espíritu de La Residencia?

-"Lo que ellos cuentan es que les enseñó a vivir de acuerdo con unos principios morales basados en el trabajo y la honestidad personal, lejos de lo que entonces era muy frecuente que era la figura del señorito y que eso, esa percepción moral de la vida, les acompañó siempre. Todos reconocieron siempre lo mucho que debían a la Residencia, desde Federico García Lorca hasta José Entrecanales o Severo Ochoa.

-"¿Qué supuso para España?

-"En mi opinión fue una experiencia educativa única dentro de un proyecto patriótico de largo alcance. En palabras de don Alberto se trataba de formar las minorías rectoras que regirían un día los destinos de España y ello dentro de los valores de la Institución Libre de Enseñanza de tolerancia, fe en la razón y en la ciencia y amor a la libertad. No fue un adoctrinamiento político, que no lo hubo nunca en la Residencia, es una formación íntegra del individuo y a través de él de toda la sociedad. Don Francisco Giner de los Ríos hablaba de levantar a España entera. Todo se lo llevó por delante la guerra civil. Para España supuso el único intento serio de su historia de modernizarse, aprender lo mejor de los países avanzados entonces y hacer un proyecto de futuro país genuinamente español.

-"¿Contaba su padre anécdotas de los residentes?

-"Pues de Federico mucho, muchísimo y lo escribe casi todo en su libro sobre La Barraca . Dalí siempre le pareció un miserable por su actitud política, aunque siempre le reconoció su valía como pintor. A Severo le trató poco pero sí fue un buen amigo de Paco Grande Cobián que siempre venía por casa cuando pasaba por León y de Faustino Cordón. También Pepín Bello venía por casa si pasaba por León. Pero a quien más recordaba con gratitud y mucho cariño era a José Moreno Villa que se sentaba a comer a su mesa y le llevaba al Museo del Prado. También trató mucho a los residentes de León como tu abuelo o José Solís, Luis Mazo, Olegario y César Llamazares, los Alonso Burón...

-"¿Por qué tantos residentes leoneses y cómo influyeron en León?

-"Seguramente por influencia de los Azcárate, los Flórez, los Torbado, los Delgado de Torres, pero sobre todo los primeros. Gumersindo de Azcárate fue una gran personalidad leonesa y muchos enviaron a sus hijos a la Residencia por ese pequeño núcleo institucionista leonés que giraba en torno a estas figuras. Hay un libro escrito por Joaquín López Contreras, Huertas y mi padre sobre la Institución en León. También don Francisco de Sierra Pambley estuvo muy influido por la Institución. También fueron familias importantes leonesas muy ligadas a la Institución los Gancedo, los García Lorenzana y los Rubio. En la ciudad eso tuvo influencia antes de la guerra civil, en la Facultad de Veterinaria con Gordón Ordás, en el hecho de que se formara una pequeña burguesía ilustrada que buscaba el progreso. Pero durante y después de la guerra civil la represión fue tan feroz y tan brutal que de eso no quedó nada. Los residentes leoneses procuraron vivir y que les dejaran vivir, como en el resto de España. Pero de lo poquito ilustrado que había entonces ellos eran una parte importante: tu abuelo, mi suegro, mi padre, Mazo, Solís, Alonso Burón, Llamazares, Torbado... Sin ellos el páramo habría sido más seco, más duro.

-"¿Ha incluido algo nuevo en la nueva edición?

-"Pues he ampliado sobre todo la parte relativa al colectivo de los residentes y lo que hicieron después de la guerra civil. He querido demostrar que la educación y la formación que recibieron allí hizo de todos ellos gente de bien, excelentes profesionales, ciudadanos de primera, que la siembra fue tan profunda y tan extensa que se siguieron recogiendo frutos a pesar de todos los pesares, a pesar de todas las campañas de difamación que hubo en época franquista contra la Institución y la Residencia.

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