Diario de León
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El invento del maligno josé javier esparza

TVE ha precipitado el final de Cántame cómo pasó, su concurso para aspirantes al mundo de la canción y artes asociadas. ¿Por qué se adelanta el final? Porque el concurso en cuestión está siendo una catástrofe sin paliativos en términos de audiencia. Empezó con un 9%, que es una cifra muy pobre, y en sus sucesivas galas ha ido profundizando hasta situarse en el 7,4%, que es el último pozo de la miseria. Así que, si no hay cambios de última hora, la semana que viene veremos el abrupto final. Es interesante, porque el fracaso de Cántame cómo pasó se extiende a los formatos hermanos de las otras cadenas. En Telecinco, Cántame una canción, que se estrenó con un 16,2%, ha bajado ya hasta el 9,9%. Y en Antena 3, Quiero cantar anda también por el 9,3%. O sea que la cosa tampoco funciona cuando los protagonistas son niños. Que estos programas estén fracasando -”y el verbo no es exagerado-” es verdaderamente sorprendente. Sin ser espectáculos inolvidables, ambos mantienen un nivel de calidad relativa más que decente. Digo «relativa» porque, aquí como en todo, las comparaciones son tan odiosas como reveladoras, y estos concursos nuestros quedan bastante bajitos si los comparamos con cosas como la versión británica de Got Talent.

Pero, hecha esa salvedad, tanto Cántame cómo paso como Quiero cantar o Cántame una canción son programas que uno puede ver sin avergonzarse en exceso. ¿Dónde fallan? Los técnicos del arte televisivo dirán que en la puesta en escena del espectáculo. Pero un servidor, que sólo es un espectador aficionado a la música, tiende a pensar que donde todo esto falla es precisamente en la música. ¿O ha descubierto usted en cualquiera de estos programas una voz capaz de igualarse a Paul Potts o a Susan Boyle? No, ¿verdad? Al final, por mucho oropel y lentejuela que ponga uno en la escenografía, el teatro se queda vacío si no aparece nada notable en las tablas. Y en ninguno de estos programas ha aparecido ninguna voz que emocione. Exploración frustrada. Y cierta nostalgia de Lluvia de estrellas, cuando aún nos podían sorprender.

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