el invento del maligno
Eurovisión
josé javier esparza
En un artículo de un colega sobre el festival de Eurovisión leo lo siguiente: «Este año Andorra no participa en Eurovisión y con ello, España se queda sin doce puntos (casi) seguros». Está bien visto, porque eso es exactamente lo que pasa en Eurovisión y la cosa no merecería más comentario si no fuera porque, un año más, la tenemos ahí. En este oficio de la crítica de televisión hay algo muy, pero que muy tedioso, que son las rutinas anuales. Y el tedio aumenta cuando, año tras año, siempre hay que decir lo mismo porque no hay otra cosa que decir. El festival de Eurovisión es desde hace ya largo tiempo un perfecto ejemplo de este feroz hastío. Al final el único recurso que le queda a uno es entregarse al escarnio inmoderado del representante de TVE (escarnio, por lo general, ampliamente justificado). En realidad Eurovisión se ha convertido en un escaparate para que los «nuevos» se den a conocer ante el mundo de la cultura de masas. Eso no excluye que alguna vez gane alguien de los «viejos», pero, en todo caso, la presencia de los fundadores se ha hecho ya irrelevante. Reino Unido, Francia, Alemania y España, que son los países que más dinero meten en el certamen, no suelen contar en el escenario, aunque este año ha sido una excepción con el triunfo del país germano. Dicen las malas lenguas que es por envidia: como los cuatro ricos pasamos directamente a la final, los otros, los pobres, nos castigan con votaciones miserables. Será verdad, pero añadamos que hacía falta mucho amor -"y además, ciego o, más bien, sordo-" para votar favorablemente a las piezas que España ha venido presentando últimamente. Y conste que la de este año, la canción de Diges, Algo pequeñito, volaba bastante por encima de las de años anteriores.
Por otro lado, no deja de tener su triste gracia que España, con la que está cayendo, sea uno de los «ricos» en este festolín. Me pregunto si TVE no podría invocar la crisis, el «zapatazo» y todos esos males que nos flagelan para romper amarras de una vez con esta fiesta de la horterada cosmopolita. Que lo vayan pensando, por favor. Y mientras tanto, ya digo: aúpa Diges, que esta vez íbamos con nivel.