Sólo uno de los 24 puntos de la «ruta de los monasterios» cuenta con guías
El viajero se topa con iglesias cerradas, escasez de información útil y una falta casi total de servicios
«Estamos ante una de las zonas de León en las que se concentra un mayor volumen de patrimonio arqueológico, artístico e histórico; es la comarca en la que el Reino de León se desarrolló y afianzó. Los repobladores, al principio hombres libres, y los monasterios fundados por reyes y magnates fueron habitando y labrando este espacio fértil situado entre el Esla y el Porma». Quien así habla es el etnógrafo Joaquín Alonso, autor del libro Ruta de los monasterios en la tierra de Sollanzo , para quien estas riberas constituyen el área monástica más destacada, «junto con la Tebaida berciana», de toda la provincia.
Y es que, a priori, esta comarca parece tenerlo todo a su favor. Cercanía a la capital leonesa y a importantes vías de comunicación, también circula el Camino de Santiago a uno de sus costados. Está emarcada por un fantástico paisaje de monte y ribera arbolada e incluye desde la mítica ciudad astur-romana de Lancia hasta restos de antiguos cenobios (el de San Pedro de Eslonza fue fundado por el rey de León García I en el 912) hasta interesantes muestras de arquitectura de transición entre el románico y el gótico (Sandoval, Gradefes) sin olvidar singulares ermitas y retablos, arquitectura tradicional de adobe y tapial con casas de labranza, hornos y chozos aún en pie, y la amurallada cabecera comarcal de Mansilla de las Mulas con sus iglesias y el Museo Etnográfico Leonés.
La situación presente. Contrastando con ese inmenso potencial, la denominada «ruta de los monasterios» -”creada con gran ilusión por la asociación Esla-Rueda, editora del libro citado y de folletos y algunos carteles señalizadores-” adolece de grandes carencias fruto, fundamentalmente, del olvido en que las instituciones públicas tienen sumidos a los monumentos más señeros. Sin contar con que el viajero no sabe a quién pedir la llave de las iglesias para ver los interiores consignados en el libro, espacios tan significativos como Lancia están cerrados (el recinto sólo abre en verano), en Sandoval y Escalada no hay guía especializado (en ninguno de los dos existen ni siquiera baños públicos), pues sólo lo hay en Gradefes, y en las imponentes ruinas de Eslonza, como casi en el resto de lugares, no se ve un solo cartel que informe de lo que es o lo que fue aquello.