La arquitectura que se tragó el agua
Todo el valle de Riaño era un brillante muestrario de la más sugerente unión entre patrimonio cultural y natural: en un entorno puramente cantábrico se sucedían los pueblos de casona y galería, aldeas cuyos habitantes habían practicado desde hacía siglos una alianza con el medio ambiente en forma de ribera fértil, prados de siega, pastos altos y brañas... un mundo en el que la ganadería era la gran protagonista y la piedra y la madera, los materiales imprescindibles para la construcción tradicional. Con ellos se hacían los hórreos -"muchos de ellos de tipo leonés, a dos aguas-" y la estructura de unas casas antiquísimas, las llamadas casas de humo o casas sobre horcones, techadas de cuelmos (paja de centeno), al igual que algunos de los hórreos más vetustos. Junto a esa arquitectura popular de enorme interés científico estaban las más evolucionadas casas de solana y galería y otros exponentes como cuadras, hornos, portaladas... todo ello fue reducido a cenizas y desapareció con el cierre de la presa de Riaño, en 1987, a excepción de un par de hórreos rescatados y de alguna casa de humo, ya muy modificada, en pueblos cercanos al embalse;; eso sin contar con las iglesias, escuelas, ermitas... y el magnífico Parador Nacional de Riaño, el segundo del país en ser construido ex profeso .
En el Porma y Luna. También los inmensos pantanos leoneses del Porma (construido en los años sesenta) y de Luna (en los cincuenta) acabaron con una excepcionalmente rica y no del todo bien estudiada arquitectura tradicional, destacando la gran cantidad de hórreos de tipo leonés que había en núcleos cercanos a la villa de Vegamián como Lodares o Quintanilla. También las casonas de piedra con escalera exterior (o patín ) del valle del río Luna desaparecieron por entero. Y es que cuanto más atrás en el tiempo hay que remontarse, menos documentos disponemos para hacernos una idea cabal de lo que había... y de lo que perdimos.