Diario de León

El CSIC de principios de siglo descubrió a ocho talentos leoneses

Sierra Pambley acogerá una exposición sobre la Junta de Ampliación de Estudios

Primer grupo de maestros pensionados por el Museo Pedagógico para visitar las escuelas y colonias de

Primer grupo de maestros pensionados por el Museo Pedagógico para visitar las escuelas y colonias de

Publicado por
cristina fanjul | león
León

Creado:

Actualizado:

Sin el krausismo no podría entenderse todo lo que sobrevino después. Pero resulta complicado explicar una doctrina de pensamiento respecto a la cual casi nadie se ha puesto de acuerdo. Nacida al calor de Kant, pero en sus antípodas -”para Krause el infinito es objeto de conocimiento en sentido estricto-”, humanista y con cierto resabio cristiano, la teoría creada por Krause fue el motor de la Institución Libre de Enseñanza, uno de los triunfos sobre los que pudo auparse la Segunda República.

La Junta para la Ampliación de estudios fue sin duda su máximo exponente. Nombres como Sanz del Río, Ramón y Cajal, Castillejo, Ortega, Einstein... Todos ellos fueron parte de la regeneración científica y, por lo tanto, cultural de una España que a principios de siglo XX seguía atada al campo.

El único premio Nobel científico español era por entonces Santiago Ramón y Cajal -”medicina, 1906-” y cien años después la nómina no se ha ampliado. ¿Quién sabe? Severo Ochoa podría haber sido uno de ellos, pero el exilio le llevó a convertirse en un Nobel americano. El páramo estéril en el que ha vivido siempre la investigación en España vivió un breve momento de fertilidad. Fue con el nacimiento de la Junta para la Ampliación de Estudios, empeño de la Institución Libre de Enseñanza por acabar con la marginación científica nacional.

Ahora, y con motivo del centenario de la Residencia de Estudiantes, una de las «hijas» de la Institución Libre de Enseñanza, la Fundación Sierra Pambley, trae hasta León la exposición Traspasar fronteras , una muestra realizada gracias a la colaboración entre el CSIC y el Deutscher Akademischer Austausch Dienst. Y es que, además de explicar qué fue y qué trascendencia tuvo la JAE, la iniciativa echa la vista atrás y se explica lo conseguido por una institución con parte de la culpa de que España no se convirtiera en la Rusia europea.

La JAE se crea durante la monarquía, más concretamente el once de enero de 1907, y reunió a su alrededor a personalidades como José Echegaray, Marcelino Menéndez Pelayo, Joaquín Sorolla, Joaquín Costa, Gumersindo de Azcárate y José Castillejo, alma de la institución y su secretario. La presidencia la ocupó Santiago Ramón y Cajal.

Desde entonces y hasta su certificado de defunción, firmado por Franco el 19 de mayo de 1938, la Junta para la Ampliación de Estudios generó una red de centros y laboratorios en los que la ciencia y las humanidades comenzaron a tener un peso desconocido en la historia de España. Gracias a la institución se crearon el Centro de Estudios Históricos, la Residencia de Estudiantes, el Instituto Nacional de Ciencias Físico-Naturales, el Museo Antropológico, el Museo de Ciencias Naturales o el Real Jardín Botánico de Madrid. El país comenzó a poner las bases para salir de su indigencia intelectual y, sobre todo, científica.

Pero, además, la Junta sirvió también para incrementar la formación de los universitarios españoles, dándoles la oportunidad de acudir a los centros más importantes del mundo para ampliar su vocación y comenzar su carrera investigadora. En total, se concedieron 3.604 becas en todas las áreas del saber. Medicina, Química, Musicología, Historia del Arte, Derecho Penal, Economía, Matemáticas... Los universitarios y doctores españoles comenzaron a ampliar estudios en países como Alemania, el que más estudiantes españoles acogió (585 becas), Reino Unido, Rusia, Estados Unidos, Cuba, Egipto, Siria, Guatemala, Ucrania, Serbia y una largo etcétera. Por poner un ejemplo, Rafael Alberti fue pensionado para estudiar Nuevas orientaciones teatrales en Francia, Alemania, Polonia y Rusia entre 1931 y 1933, mientras que Severo Ochoa recibió una subvención con la que estudió los fenómenos químicos de la contracción muscular en los institutos Rockefeller de Nueva York y Kaiser Wilhem de Berlín. En este punto hay que recordar que la colaboración entre la JAE y Alemania fue especialmente fructífera. Y es que no hay que olvidar la presencia en España de varias instituciones alemanas de carácter científico que se dedicaron a promover la cooperación binacional, como los centros precursores del DAAD o el Instituto Görres. Especialmente importante fueron las estancias y viajes de varios investigadores alemanes a España (Obermaier, Schulten, Hübner, Schäfer, entre otros) y, por supuesto, la de Albert Einstein en el año 1923. Fue en ese viaje cuando recibió el nombramiento como doctor Honoris Causa por la Universidad Central y como miembro correspondiente de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales.

Los leoneses en la JAE. La provincia de León fue una de las que más se aprovechó de la labor regeneradora de la Junta de Ampliación de Estudios. Así, y gracias a Francisco Sierra Pambley, un gran número de estudiantes leoneses estuvieron bajo la protección de la JAE, tanto en la Residencia de Estudiantes como en el resto de instituciones creadas por ella.

Investigadores leoneses becados por la Junta fueron el arquitecto Juan Torbado Franco, el psiquiatra José Solís, el científico Luis Fanjul Santullano, el hematólogo Ángel Mazo Burón y los hermanos Arturo -”arquitecto-” e Isaac -”médico-” Sáenz de la Calzada. Además, la JAE, fiel a su espíritu de promoción de la mujer, concedió becas a dos estudiantes leonesas, también residentes, Pilar Sáenz de la Calzada y María Luisa Fanjul.

Todos ellos tuvieron la oportunidad de trabajar con los mejores científicos de la época y de ampliar estudios en las grandes universidades del mundo.

Fue el caso de Juan Torbado Franco, que recibió una beca para colaborar en la restauración de la catedral de Colonia durante doce meses, o de José Solís, que realizó investigaciones en el hospital de Munich trabajando sobre los problemas bioquímicos de la serología en la psicosis con el profesor Plaut. Este psiquiatra fue uno de los asesores de Luis Buñuel en el documental sobre Las Hurdes.

La obra de todos ellos pudo haber sido beneficiosa para el desarrollo de España, pero la guerra lo truncó. La mayoría de ellos se vieron obligados a partir hacia el exilio y los que se quedaron fueron en muchos casos defenestrados por el régimen, con lo que se vieron obligados a dejar la investigación.

Algunos de ellos huyeron a México, Gran Bretaña, Francia o Estados Unidos, donde desarrollaron su carrera profesional. La diáspora republicana llevó al exilio a arquitectos, médicos, científicos, profesores... Muchos de ellos leoneses, entre los que se contaban los de mayor calidad y los de mayor empuje cultural y político. Fue el caso de Arturo Sáenz de la Calzada, uno de los grandes arquitectos del México del siglo pasado, o Luis Fanjul, que creó junto a Blas Cabrera­ uno de los laboratorios farmacéuticos más importantes del país azteca.

También la Residencia de Estudiantes fue un lugar «poblado» por paisanos. León fue la provincia española, junto a Málaga y el País Vasco, que más residentes envió a la calle El Pinar. Aunque las fichas desaparecieron al comenzar la guerra y no hay constancia del número real de leoneses que fueron acogidos por Alberto Jiménez Fraud, sabemos que, entre 1910, año en el que se puso en marcha el proyecto, y 1936, cuando las hordas de la sinrazón acabaron con él, no menos de 32 leoneses pasaron por sus pabellones.

tracking