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Reportaje | efe | casonas y ermitas en el olvido

Iglesias desamparadas

La asociación Rey Ordoño I cerró ayer su ciclo cultural con una conferencia en la que se puso de manifiesto cómo el abandono del patrimonio civil y religioso está muy unido a la despoblación rural

Capilla de la casa señorial de La Veguellina, en ruinas.

Publicado por
León

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En las últimas décadas, decenas de iglesias del mundo rural han sido expoliadas en lo que ha sido uno de los mayores saqueos de arte de los últimos siglos, según explicó ayer en Villamejil (La Cepeda) Tomás Álvarez, escritor y periodista, en el cierre del ciclo de conferencias estivales organizado por la asociación Rey Ordoño I.

El abandono de la arquitectura popular y el escaso control sobre el arte religioso en el ámbito agrario fueron sendos temas que se trataron ayer en la clausura de este ciclo cultural, con intervenciones del arquitecto Enrique Pérez y de Tomás Álvarez. Con ayuda de una serie de imágenes, el arquitecto astorgano analizó la evolución de la arquitectura cepedana, tanto en sus zonas más altas, donde predomina la piedra y la pizarra, como en las más sureñas, en las que se ha trabajado tradicionalmente con barro.

Enrique Pérez explicó que las más antiguas de estas construcciones se hallan en el norte de la comarca, donde aún aparecen vestigios de casas con cubierta vegetal, aunque en un lamentable estado de abandono.

Tras el análisis sobre la arquitectura, intervino Tomás Álvarez, quien recalcó la necesidad de conservar lo que hay, tanto en el arte religioso como en el constructivo, y recordó que están en trance de perderse la casona señorial de los condes de Catres, en Benamarías, y la casa señorial de los Marqueses de Astorga, en La Veguellina. Además, Álvarez mostró una serie de imágenes con elementos prerromanos, romanos, románicos, góticos y barrocos, visibles en diversos lugares, y en su mayoría desconocidos por la generalidad de los lugareños.

Desprotección y abandono. Mención especial mereció el arte religioso, gravemente expoliado en el último tercio del siglo XX, cuando han desaparecido numerosos retablos y decenas de obras artísticas, por el efecto combinado de la incuria y la ignorancia, aprovechada por redes de comercialización de obras artísticas. Los trapicheos que han facilitado la dilapidación del patrimonio religioso del territorio han sido habituales, conocidos o tolerados por la iglesia, tal como ha afirmado el propio Erik el Belga , el mayor ladrón de arte del siglo XX. A veces, la «desaparición» de las figuras se compensaba con la entrega de alguna imagen moderna de escayola, que representaba generalmente a la virgen de Fátima o la Inmaculada, o al patrono del campo, San Isidro Labrador.

Sólo el desconocimiento del valor de algunas tallas las salvó del expolio, un desconocimiento que, en opinión de Tomás Álvarez, sigue siendo clave para evitar que el expolio se lleve a sus máximos niveles.

También ayer se clausuró en la Casa de Concejo de Villamejil la exposición sobre la arquitectura de la comarca de la Cepeda, muestra comisariada por el arquitecto Enrique Pérez, y realizada también bajo el patrocinio de la asociación cultural Rey Ordoño I.