El invento del maligno
El mundo nabo
Ahora entiendo más las vacaciones de maestra que se pega Ana Rosa Quintana. La jefa necesita descansar mucho para lo que se encuentra en su programa cuando vuelve en septiembre. Necesita descansar y quizá algo químico que la tranquilice porque los bichos nuevos que hay en su sofá son de provocar mucha excitación. Son Red Bull con patas. Cuando Ana Rosa se fue no estaban ahí fijas Beatriz Trapote y Cristina Tárrega. Y más vale que no las junten mucho porque tanta intensidad multiplicada por dos podría disolver las meninges de cualquiera. Y como si Tárrega no tuviera suficiente con su mismidad excesiva ahora se ha convertido en gurú de la belleza. Tiene delito que alguien con ese aspecto tan artificial vaya pregonando lo que hay que hacer. Vamos, que va a tener un blog en la web de Telecinco para que le pregunten. Aunque hay que reconocerle que se ha creado un personaje con toda su macrobiótica e hidroterapias del colon (un aparato introducido por el recto «te mete una presión, después para y te salen toxinas de hace veinte años»). Dice que desayuna zanahoria y nabo japonés. «Tú tienes que entrar en el mundo nabo», le dijo a Ana Rosa, que se mostraba reacia pero que daba pie a su nueva colaboradora/payasa. Lo de Trapote todavía es más insoportable porque ni siquiera tiene nabos que ofrecer, sólo intonsa intensidad.
Hace unos meses, Víctor Sandoval contaba en una entrevista que Ana Rosa no lo podía aguantar en Sabor a ti . Que no le dejaba hacer plató porque la ponía muy nerviosa y que lo mandaba de corresponsal fuera. «La última conexión que hizo conmigo acabó diciendo que soy agotador hasta por teléfono». Nunca me he sentido más cerca de Ana Rosa. Víctor Sandoval es agotador hasta por fax. Es como tener a Sin Chan y al Demonio de Tasmania en una sola persona. Pero también son agotadoras las otras dos. Ana Rosa es la gurú de la televisión actual (mira a los chicos Quintana, Cantizano y Jorge Javier, enfrentados también en la sobremesa a partir del lunes) y como gurú tiene que tener sus secretos para aguantar idiotas. Que rulen las pastillacas.