El vecino puede ser un asesino...
El Congreso de Ficción Criminal diseccionó las novelas surgidas con «Millennium» y concluyó que el personaje homicida, hoy, es «un tipo normal con doble identidad»
Lo que se ha dado en llamar novela escandinava, dentro de la cual se encuadran producciones tan exitosas como la saga Millennium , de Stieg Larsson, «revela las profundas fisuras que se esconden bajo una sociedad aparentemente tan modélica como es la del Norte de Europa». Son palabras de Miriam López Santos, de la Universidad de León, quien analizó ayer, en el II Congreso de Ficción Criminal, las conexiones Entre la novela negra y la estética gótica: la generación Millenium .
López Santos, que se ayudó de fragmentos de adaptaciones cinematográficas de algunas de estas novelas para ilustrar su exposición, aseveró que, igual que hacía la novela gótica clásica y decimonónica, este tipo de obras hacen aflorar el lado oscuro y terrorífico de la realidad; en el primer caso se trataba de una reacción contra el positivismo que creía poder explicar el mundo y en el caso de este tipo de libros, contra una sociedad pretendidamente perfecta y feliz. «Lo innombrable, lo terrorífico, lo salvaje e inhumano... la novela escandinava, digna sucesora de la novela negra anglosajona, hurga en los impulsos inconfesables de la persona». «Nos recuerda que siempre hay una parte oscura en todo hombre, es la parte del deseo, de lo latente, de lo irracional», continuó Miriam López, quien analizó pasajes de libros de Camilla Lackberg, Stieg Larsson y Arnaldur Indridarson.
Una doble vida. Además, mientras en Allan Poe y en otros clásicos del género policiaco y de terror, los detalles del crimen se sobreentienden o suavizan, este tipo de novelas ofrecen todo tipo de pormenores sobre el extremo sadismo de sus personajes, unos homicidas que, como coincidió David Roas, escritor y profesor de la Universidad Autónoma de Barcelona, ya no son asesinos profesionales o gentes -˜marcadas-™, sino ciudadanos normales, un familiar o el vecino de al lado, personas que viven «una doble identidad».
A propósito de los «gángsters posmodernos», David Roas aseguró en su charla, según informó Efe, que ese tipo triunfador que acababa muriendo, pero que durante su vida era un acaudalado personaje movido por unos ideales, censurables sí, aunque causaban admiración, ya ha desaparecido en pos de la del mafioso, «que por su normalidad podría ser un vecino» y que vive en un mundo sobre el que existe cierto «desencanto».