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Cohan somete al público a un dilema moral en «Sin retorno»
El primer trabajo del realizador argentino Miguel Cohan, Sin retorno, estrenado ayer en el Festival de Valladolid, la Seminci, atrapa al espectador en un dilema de índole moral al obligarlo, de una forma muy sutil, a pensar cuál sería su reacción si estuviese en la piel de cada uno de los personajes.
Ese interrogante se plantea en cada momento y acaso configura uno de los secretos de una película sólida, creíble e imprevisible hasta el final, ya que el director esconde hasta el último centímetro de celuloide, como un as en la manga, la actitud definitiva de los protagonistas. Un elenco muy solvente, inusual para un neófito detrás de la cámara y cimentado en Federico Luppi, Leonardo Sbaraglia, Ana Celenteno y Bárbara Goenaga, gestiona la trama de Sin retorno, un thriller psicológico que comienza con un atropello mortal y fortuito por el que responde, con varios años de prisión, la persona equivocada ante el premeditado silencio del verdadero culpable.