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«Urraca construyó el Panteón Real para retar a su hermano Alfonso VI»

Gerardo Boto hace una relectura de la historia del Viejo Reino a través de las tumbas regias

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cristina fanjul | león
León

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El profesor de Arte Medieval de la Universidad de Gerona, Gerardo Boto, ofreció ayer una conferencia en el marco del congreso Regnum Legionis en la que destapó la historia de la construcción del Panteón Real de San Isidoro. Boto narró que los panteones de San Isidoro y Sahagún se realizaron de manera simultánea. Y, como siempre, en medio de la polémica surge la figura de una mujer, Constanza, esposa de Alfonso VI, de origen francés. Cuenta el historiador que la relación entre los hermanos Urraca y Alfonso comienza a enturbiarse a partir del año 1080 y no se endereza hasta la muerte de Constanza. El caso es que el rey Fernando había decidido que San Isidoro se convirtiera en el lugar que condensara la historia de su linaje y la memoria del Reino. Sin embargo, Alfonso VI, lejos de respetar la voluntad del monarca fallecido, decidió establecer un marco para los nuevos tiempos y, de manera insólita, se construye el panteón en el monasterio de Sahagún. «Constanza era francesa y quería ser enterrada allí porque los monjes eran galos», destaca Boto, que añade que el rey quiere con ese gesto demostrar que los panteones de los reyes deben quedar vinculados al mandato del gobernante del presente. El caso es que Urraca siente que su hermano ha traicionado la voluntad paterna y decide poner en marcha un proceso de monumentalización de San Isidoro que culmina en lo que hoy conocemos. Es decir, sin la competencia entre ambos hermanos, puede que el panteón isidoriano no fuera el mismo.

En sagrado. Gerardo Boto también desveló por qué Alfonso IX y Fernando II fueron los primeros reyes que fueron enterrados en el interior de una iglesia, ambos en la catedral de Santiago. De hecho, Fernando II entierra a sus hijos en San Isidoro y, en cambio, él recibe sepultura en Santiago. Por entonces había dos catedrales fundamentales: la de Toledo, que representaba el poder castellano, y la de Santiago, que conservaba la memoria del Reino de León. Para Boto, la decisión de ser enterrado en la catedral compostelana fue una manera de reforzar la singularidad del reino, vinculando el cuerpo del rey con el del santo. «Pero, ¿dónde se decide enterrar el cadáver?», se pregunta el historiador. En un principio, iba a ser inhumado en un espacio que el maestro Mateo había construido para ese fin, un lugar «privativo y aislado». Sin embargo, el cuerpo del rey obtiene el privilegio de ser enterrado junto a las reliquias del santo. «Cuanto más cerca, más eficaz será la intersección del santo», explica Gerardo Boto, que subraya que se creía que los milagros llegarían antes por un simple tema de proximidad física. «Podríamos decir que el cuerpo tenía más cobertura».

Otro de los descubrimientos de Gerardo Boto hace referencia a como Alfonso X y Sancho IV ponen en marcha una política de puesta en valor de tumbas destinada a engrandecer la historia de Castilla frente a la de León. Así, Alfonso X promociona las tumbas de su padre en Sevilla, la de Pelayo en Covadonga, la del Cid o la de Fernán González, mientras que Sancho IV hace lo propio con las de Sancho II o Alfonso VI (a quien consideraba un monarca castellano). «Promocionan tumbas de héroes, reyes y señores castellanos», subraya Boto, que hace hincapié en el hecho de que Ordoño II, el primer rey propiamente leonés, quedó huérfano y tuvieron que ser los canónigos de la Catedral de León los que le construyeran la tumba en el año 1300. «No hay que olvidar que la voz monumentum significa -˜tiene que ser recordado-™ y los reyes de Castilla y León decidieron que la historia de León quedara arrinconada; había que reescribir la historia dando protagonismo a Castilla», precisa Boto.

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