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Publicado por
Javier Martín Domínguez
León

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Los mitos son pulsiones latentes en una cultura. Nacen y permanecen aunque siempre en mutación. Sevilla celebra este año a su Carmen cigarrera. Los escenarios donde en verdad o en ficción se paseaba como la plaza de La Maestranza o la Fábrica de Tabacos han cambiado para ser ahora, en lugar de una factoría de mujeres obreras cegadas por el humo, una universidad de chicas activas de toda Europa. El valor de las nuevas cármenes no está en ser pasionalmente aguerridas sino más bien en estar tremendamente preparadas. Nuevas chicas de oro, como la ya mítica Carmen Maura, que ha mostrado en el festival de cine europeo su capacidad de comerse la pantalla en la primera película de la francesa Yasmina Reza. ¿Otra Carmen? Sí. La autora de la obra teatral que ha recorrido el mundo, Arte, esconde en su timidez la fortaleza de una mujer hecha a sí misma en la peripecia errante de una familia que de Irán fue a Rusia para recalar en Francia. Una odisea parecida a la de Marceline Loridan, cineasta y viuda del padre del documental Joris Ivens, que ha hecho de su vida un testimonio visual de la superación personal, de la libertad ganada a dentelladas tras haber sobrevivido a los campos de exterminio nazis. Otra Carmen por derecho propio, que debemos elevar a categoría de mito cuando a su más de ochenta años sigue predicando con el ejemplo del trabajo la razón de vivir: ser libres. La nueva forma de crear el mito no esté en edulcorarlo. Más bien en cimentarlo en el trabajo constante. Otro nombre con ribetes mitológicos es el de Lola. Sea Montes o Flores. Y ahora se reencarna en otras chicas con fuerza y tesón, como Lola Frears, que no necesita el arropo del padre que lo es todo en el cine, para ganar estatura como actriz en Tamara Drewe. El nombre mitificado le viene por la pasión de Stephen Frears por la Lola de Jacques Demy. Pero ella, como tantas mujeres que pisan fuerte, se eleva sobre el tópico de un nombre dado para ser ella misma. Con nuestras teles llenas de estereotipos vulgares, vale la pena mirar a la pantalla grande y a sus verdaderas chicas de oro.

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