Diario de León

El invento del maligno

Políticos

Publicado por
José Javier Esparza
León

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Lo que tiene esta profesión, y en particular en la tele, es que uno puede enseñar lo mejor y lo peor al mismo tiempo. Estos días atrás La Sexta nos lo ha demostrado con dos asuntos que están siendo comentadísimos, y con razón. El primero ha sido como una piedra que ha venido a caer con estrépito en el escenario de la política vasca en particular y española en general. Y el segundo ha sido como una larga y cálida meada (con permiso de Álvaro de Laiglesia) sobre el crédito de la casta política española en general y catalana en particular, pero también sobre el pundonor de los profesionales de la tele. Empecemos por lo primero, lo mejor: esas declaraciones del presidente de los socialistas vascos, Eguiguren, que Jordi Évole capturaba el otro día para Salvados . Allí Eguiguren fardaba de sintonía con José Ternera y auguraba una tregua de ETA para Navidad. Al margen de lo que uno piense sobre Évole, es de justicia laurear la hazaña: lograr unas declaraciones explosivas -"valga la expresión-" de Eguiguren en plena polémica por la nueva negociación con ETA. Évole ha conseguido lo que cualquier profesional normalmente constituido desearía: aportar un material informativo de primer orden, hasta el punto de concentrar toda la atención. Sobresaliente, en fin. Pero al mismo tiempo, y sin salir de cadena, Thais Villas nos enseñaba en El intermedio lo peor de nuestra política y nuestra tele, todo a la vez: esa bochornosa escena del portavoz de Esquerra Republicana en el Congreso, Joan Ridao, atiborrándose a chupitos con la reportera de La Sexta y acabando, ostensiblemente beodo, con un beso a la entrevistadora, después de haber prodigado numerosas payasadas. Naturalmente, no ha faltado quien defienda a Ridao, porque hay gente para todo, pero me pregunto si algún ciudadano sensato, después de ver lo de Thais, estará dispuesto a dejar la gestión de los asuntos públicos en manos de alguien tan proclive al exceso alcohólico y festivo. En cuanto a El intermedio , que es culpable de haber provocado el bochorno, ¿a qué aspira? El espectáculo no lo justifica todo.

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