El invento del maligno
Las hijas de Birkin
Desde hace ya cuarenta años, el himno más emblemático sobre la transgresión personal es la canción de Jane Birkin y Serge Gainsbourg, Je t'aime moi non plus . Los jadeos de la pareja haciendo el amor fueron un icono sonoro para reivindicar la libertad personal. Se prohibió en muchos sitios, incluida España.
Pero aquella melodía se coló por todas partes. Jane Birkin ya había puesto marca a su reinado de mujer libre con su desacomplejada aparición desnuda en la película de Antonioni Blow up . Casada con Gainsbourg, y con el director de cine Doillon, ha dejado para la historia sus películas, su música y unas hijas que han crecido en su estela para llegar a ser tan grandes como ella. Charlotte ha rodado treinta películas y ha marcado un hito con su actuación en el Antichrist de Lars von Trier, que a ha colocado en la senda transgresora de su madre. Lou Doillon tampoco teme elegir papeles que marquen nuevas rutas. Su presencia en Gigola , estrenada en el festival Sevilla, lo deja claro. Un texto de los setenta, prohibido por el tabú del amor entre mujeres, ha sido por fin llevado a la pantalla por su autora, Laure Charpentier. Tanta valentía fue premiada en el apartado de dirección de primer largometraje. Pero sin duda es Lou quien marca, en un papel chico-chica que siempre hace creíble. «Mi hijo me llamaba papa durante el rodaje», me comentó durante el festival, mostrando sus muñecas tatuadas. «En este brazo la de mi amante, y en este otro la de mi hijo hecha por el mismo. Quería tatuarme su nombre en la frente». El perfume que exhalan las hijas de Birkin es el de la libertad. Sencillas y directas, han asumido el riesgo de papeles que siempre dan que hablar. Aquel aire de los sesenta, tan renovador y refrescante, parece de nuevo trasgresor. Una mirada a las teles y al al cine nos envuelve de conservadurismo trasnochado. Como si una generación se hubiera esfumado. Cantaremos el Je t'aime moi non plus .