Vila Matas: «Toda mi obra es un comentario irónico sobre mí mismo»
El premio Leteo de este año compartió ayer debate con Ray Loriga y Alberto Olmos
Tras los flashes del viernes, con la entrega del premio que tiene nombre de río de olvidos, la jornada de ayer, más calmada y reflexiva, trajo consigo una mesa redonda a cargo de testigos de tres generaciones literarias distintas: el galardonado, todo un referente nacional, Enrique Vila Matas; el consagrado Ray Loriga, antaño enfant terrible de la literatura hispana; y el joven pero ya bien surtido de premios Alberto Olmos.
Actuó de moderador el miembro del Club Leteo Alberto Rodríguez Torices, quien abrió el fuego con una cita del blog Lector Malherido en el que su creador, Alberto Olmos, entabla una brilante conversación con Vila Matas. «Malherido: Hay una conspiración descomunal contra la gente que escribe. ¿A qué responden si no las preguntas '¿Sigues escribiendo?', '¿Estás escribiendo algo?', '¿Qué estás escribiendo?...' si no es al deseo subterráneo que tiene la gente de que dejes de escribir? Vila-Matas: La literatura nos hace diferentes a los demás, y los demás no quieren que seas diferente, quieren que seas funcionario de prisiones».
A partir de ahí, el debate caminó por senderos en los que se entrecruzaron temas como el oficio de escribir, la finalidad última de la literatura, su vertiente moral y su capacidad para modificar conductas, así como los nuevos estilos, lenguajes y temas que ya se vislumbran. Para Enrique Vila Matas, la literatura no es más que un «pretexto para comentar el mundo entero». «Si alguien conociese el mundo entero, vasto e infinito, yo le sentaría a mi lado y le diría: 'Soy todo oídos. Cuénteme lo que ha pasado'». Por su parte, Ray Loriga aludió a esa misma «curiosidad por todo», por la propia vida y por la de los demás, que siente el escritor, relacionándola con lo que a veces se ha llamado la «enfermedad de la literatura». Una enfermedad que podría serlo, para Alberto Olmos, «cuando se cultiva sin compensación alguna».
Preguntado por cómo fueron sus inicios literarios, Enrique Vila Matas recordó sus veintipocos años, cuando trabajaba «de cuatro a cinco», horario que pronto juzgó «insuficiente» para mantenerse en la vida. «Solo el escritor sabe lo que es su trabajo, las horas que emplea, el hecho de estar una tarde entera para pulir una frase», precisó, en referencia a la «imagen pública» que a veces tiene la profesión. La suya parecía semejarse al « far west », acodado en la barra de un bar. De todas formas, «cuanto más aprendes y más sabes, más difícil es esto», dijo. Además, los anteriores libros escritos pueden lastrar al autor y condicionarlo. «A veces, los pilares son rejas» condensó Olmos.
Igual pero diferente. El miedo, en todo caso, es «a repetirse», confesó el catalán, por lo que el escritor debe jugar a ese difícil juego de abordar temas nuevos desde un estilo propio: «Es cantar la misma canción pero de manera diferente, como hace Bob Dylan con Blowin' in the wind », sugirió Loriga. Y en cuanto a la capacidad de la literatura para modificar aspectos morales del individuo, el autor de París no se acaba nunca dijo «no saberlo» a ciencia cierta pero también que «vale la pena intentarlo». Precisamente de «protesta contra la corrupción del alma» calificó a la literatura Loriga. También se expuso que la lectura es independiente del carácter o virtudes del autor, «Hay libros muy inteligentes escritos por un imbécil», dijo Vila Matas. También se abordó el tema de la ironía, elemento muy presente en el homenajeado. De hecho, para el ganador de premios como el Rómulo Gallegos o el Nacional de la Crítica toda su obra es «un comentario irónico sobre mí mismo».
Las jornadas culturales del Club Leteo continuaron ayer con la apertura en el Museo de León de la exposición artística que celebra los diez años cumplidos por la asociación.