Diario de León

El invento del maligno

Lobotomía

Publicado por
josé javier esparza
León

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Telecinco ha acometido la tenaz tarea de desarmar moral e intelectualmente a los españoles, y hay que reconocer que lo está haciendo con pericia, constancia y aprovechamiento. No estoy seguro de que logre contaminar al conjunto de la sociedad -la Providencia ayuda-, pero es manifiesto que ya hay una buena porción de españoles completamente lobotomizada por este tipo de televisión. Son los mismos paisanos que después acuden a los programas de Telecinco en calidad de protagonistas, de manera que los discípulos se elevan a la condición de maestros. Sus hazañas en la pantalla criarán a su vez nuevos discípulos que, el día de mañana, aterrizarán en la edición doscientos Gran hermano y en la nonagésima temporada de Sálvame deluxe , mientras las momias de Mercedes Milá y Jorge Javier Vázquez recogen las ganancias y nos acusan a los demás de ser unos reaccionarios por no estar a la altura de su talento. No sé si está usted siguiendo la edición vigente de Gran hermano . Si está usted leyendo esto, presumo que no, lo cual redundará en beneficio para su salud. Yo lo hago porque no tengo más remedio y me está costando lo mío reponer el desgate hepático. Por describir el asunto en dos palabras, todo consiste en ver qué moza es más golfa para luego vender simultáneamente el cuerpo de la chica y los cuernos del novio. No hay más, en realidad. Lo asombroso -porque a mí, al menos, me asombra- es el alborozo con el que se entregan al juego los protagonistas, o sea, las mozas y los mozos. Si se siente usted tentado por la propuesta, no seré yo quien se lo reproche, pero permítame un consejo: baje el volumen del televisor, para no escuchar las cosas que dicen estos sujetos. Porque la indigencia ética de los protagonistas es proporcional a su indigencia intelectual, y las patadas que unas y otros dan al idioma son de las que duelen en el alma ajena. Ya, ya sé que Telecinco no elige a sus concursantes para elevarlos a la Real Academia. De hecho, sospecho que, si por Telecinco fuera, la Real Academia ardería como la Roma de Nerón, aquel aprendiz de Berlusconi.

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