El hombre que pone sonido a León
Pablo Vega compone para el cine y graba con múltiples grupos
La biografía de Pablo Vega Otero es una banda sonora. Detrás de muchos grupos, discos y películas está el sonido o las composiciones de este leonés que estudió Ingeniería Industrial pero que acabó dedicándose a su gran pasión: la música.
Aparece en los títulos de crédito de prácticamente todos los documentales que se ruedan en León, así como películas de Julio Suárez, de Alejandro Suárez, de Juan Carlos Mostaza o de Chema Sarmiento. Es el responsable de sonido de decenas de discos de grupos como La Braña, Tarna, Sirma, La Rueca o Inexistentes. Y todo lo hace desde un pequeño estudio de grabación que montó en Torneros del Bernesga, por el que han desfilado la mayoría de los grupos leoneses. «Amancio Prada no daba crédito de qué pintaba un estudio de grabación en un pueblo como Torneros», cuenta Vega. Ahora está a punto de abrir otro estudio -ya tiene el local- en León.
Actualmente trabaja en la música de El último rey de León, el próximo documental de Alejandro Suárez, en el que el cineasta leonés fabula con un noble que, a la muerte de Alfonso IX, se atrinchera en la torre de San Isidoro y desde este encierro relata lo ocurrido en las primeras Cortes Leonesas, origen del parlamentarismo europeo. El argumento no podía ser más apropiado para un apasionado de la música épica, en la que puede fusionar sus dos estilos favoritos: la música clásica y la electrónica. Vega también ha hecho sus pinitos musicales en pequeños grupos, cuyo nombre no recuerda o ha querido olvidar, a excepción de Ars Torga, con el que participó en un extinto festival de música new age. «Soy muy meticuloso», confiesa, por eso «en el directo no me concentro».
Lo suyo es el estudio. Los sintetizadores. El ordenador. Probar y corregir una y otra vez. Estudió guitarra y aprendió a tocar los teclados y el piano de forma autodidacta. Tiene un oído privilegiado y ha conocido a grandes músicos, auténticas leyendas como Michael Nyman o Philip Glass (con quienes aparece en dos de las fotografías de esta página).
A Pablo Vega, como a otros muchos -˜talentos-™ leoneses le ha faltado -˜dar el salto-™. Y no porque no haya tenido oportunidades. «Todo se cuece en Madrid», reconoce. Puede contar muchos proyectos que estuvo a punto de llevar a cabo, como poner la banda sonora a El Bola, de Achero Mañas, pero que la distancia acabó truncando. Durante dos años impartió clases de sonido y música en la malograda Escuela de Cine de Ponferrada. Precisamente, la docencia, es en estos momentos su principal fuente de ingresos. Le reclaman de muchas ciudades para dar cursillos. Desde el mes pasado dirige un taller sobre Iniciación al sonido, en la Universidad de León.
Recuerda que los primeros temas que compuso fueron las sintonías de Televisión de León, en los inicios de la cadena local. También es autor de innumerables cuñas musicales para la radio. Le puso música a una campaña publicitaria de Ford. También creó hace años un aula de informática musical en el CHF.
Pablo Vega ha creado la música de todas las películas de Julio Suárez - Estirpe de tritones, Guzmán Goodman, A galope tendido y Tritones -; y también trabaja con su hijo, el también director Alejandro Suárez, para el que compuso recientemente la música del cortometraje Hidden Soldier, rodado en la antigua azucarera de Veguellina y ambientado en la Segunda Guerra Mundial. «Son completamente distintos», afirma. «Mientras Julio te deja total libertad creativa, Alejandro siempre tiene una idea preconcebida y sabe perfectamente lo que quiere». Algunos de los directores con los que ha trabajado Vega sostienen que si el músico leonés estuviera en Madrid, haría películas «importantes». Vega asegura que en León hay músicos «increíbles»; y más increíble -dice- es que «hay gente buenísima que toca desde country a música renacentista». Lamenta que muchos no tengan el respaldo que ofrecen comunidades como Galicia a sus creadores. «Aquí estamos a dos velas», asegura. Si de algo está orgulloso es de que su música, la que compuso para Tritones , la ha interpretado la Sinfónica de León, a las órdenes de Dorel Murgu, en el Auditorio.