Diario de León
Publicado por
José Javier Esparza
León

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Despiporre generalizado en medios periodísticos, políticos, sociales y hasta científicos y deportivos por la singular jerga que está empleando TVE, que ha tardado varios días en utilizar la palabra «guerra» (y aún así, con la boca pequeña) para hablar de lo que está pasando en Libia. «No es exactamente una guerra», decía el otro día la ministra de Exteriores. Esa ha sido la consigna de TVE y, en general, de todo el arco mediático gubernamental. Y hombre, sí, el español es un idioma rico y versátil, con abundancia de sinonimias, pero todos sabemos que lo que se ventila en esta jugada no es precisamente un alarde de variedad léxica. Seguramente a muchos ya se les habrá olvidado esto, pero algunos recordamos aquellos días, no tan lejanos, en los que los mismos que ahora camuflan la palabra «guerra» lincharon a Alfredo Urdaci por decir «CC.OO» (o sea, «cece oo») en vez de «Comisiones Obreras». Aquel desliz de Urdaci siendo director de informativos de TVE despertó una especie de miniguerra civil en el mundillo periodístico. Naturalmente, no faltó quien llamara al desdichado Urdaci «asesino», tal y como se estilaba entonces. Todo esto viene a cuento de que si nuestros políticos se portan como niños (lo cual tiene sus riesgos cuando se les entrega el dinero de todos), nuestros periodistas televisivos tienden a comportarse como párvulos, lo cual también tiene sus riesgos cuando lo que se les entrega es un medio de comunicación de titularidad estatal. Al final, la melancólica reflexión que uno se hace solo puede ser esta: después de 35 años de régimen democrático, no hay ninguna televisión pública exenta de sospecha de connivencia con el poder, y en la mayor parte de los casos la sospecha es certidumbre. Y esto es así con gobiernos del PSOE y del PP, del PNV y de CiU, del BNG y de cualesquiera otras formaciones. Por consiguiente, la única conclusión posible es que no tenemos ni la clase política adecuada ni la profesión periodística idónea para gestionar una televisión pública. Las cosas son como son. Así de tristes. El país no da más de sí.

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