Demonios

El invento del maligno. José Javier Esparza.

Telecinco ha renovado una segunda temporada de Ángel o demonio , su serie «sobrenatural» (en fin), que interpretan con mucho acierto Aura Garrido y Mar Saura, entre otras beldades. ¿Vale la pena Ángel o demonio? Creo que para el que guste del género, sin duda sí. Cada capítulo está lleno de planos que son referencia directa a títulos muy conocidos del cine de terror y misterio, desde unos calcetines de niña hasta caballeros encapuchados pasando por poltergeist de diverso pelaje, y la narración está llena de recursos muy vistos en el género, desde ojos que se hacen todo iris hasta súbitas tormentas que llenan el horizonte. Lo que fragiliza el relato es que la lucha entre bien y mal, ángeles y demonios, se trasplante al mundillo juvenil. Es obvio que se trata de un guiño a la muchachada, quizás en la hipótesis de que sólo el público joven, por déficit de formación, va a aceptar la elemental propuesta de esta serie. Para subrayar este forzado carácter generacional, con frecuencia la narración viene salpicada por el conflicto entre padres e hijos, y a veces llega hasta el parricidio (ya se sabe que el sentido de los matices nunca ha sido el punto fuerte de Telecinco). Al final, la historia está construida con unos mimbres tan toscos que todo queda en una especie de turbia nana para adolescentes góticas. Virtudes de la serie: está narrada con un ritmo muy bien estudiado para atrapar la atención y las interpretaciones son buenas, muy superiores a la media de los productos para consumo juvenil. Defectos: la simpleza del planteamiento y las concesiones a la seducción del mal, que ya se sabe que suele ser más atractivo que el bien hasta que uno sufre las consecuencias. Pero esto, al fin y al cabo, es televisión, y sería superfluo esperar mayores finuras. Por otro lado, ¿quién sabe? Quizás el tema de nuestro tiempo -como el de todos, ¿no?- sea la lucha entre el bien y el mal, y en ese sentido Ángel o demonio es capaz de retratar el asunto de manera que lo puedan entender los jóvenes de hoy. Consta que Dios escribe recto con renglones torcidos.