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León

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El invento del maligno José Javier Esparza

El escándalo de la Semana Santa ha sido el programa de Salvado s, el esacio cómico-reporteril de Jordi Évole en La Sexta, dedicado a hacer mofa de la Pasión de Cristo y de los santos lugares. Para hacer más patente su intención, el programa se emitió el jueves, es decir, el Jueves Santo, no fuera a ser que a alguien le pasara desapercibido. La ofensa consistió en lo habitual en este muchacho: ir a un lugar, abusar de la buena fe de los transeúntes y después, en estudio, envolver los testimonios del personal en una atmósfera satírica. Así el más sabio termina convertido en bufón.

Pero eso, por supuesto, Évole no lo dice in situ, en la cara de los que luego va a ridiculizar, sino que tal trabajo queda para después. En La Sexta se podrán poner como más les guste, pero lo del pasado jueves, se mire como se mire, no es más que un insulto: emitir un programa que ridiculiza a una religión en un día especialmente significativo para esa religión. Por supuesto, esa religión es la católica, que es la única que en España queda fuera, al parecer, de la protección de los tribunales. En el Código Penal español hay varios artículos que condenan esas cosas, pero si a nuestra tele no le aplican ni las directivas específicas del oficio, menos aún les van a aplicar un código tan drástico. Al hilo del incidente, los -˜hooligans-™ de la cadena se han apresurado a celebrar el «sentido del humor» del Follonero. Es un sentido del humor que recuerda aquella historia brutal de Gila sobre unos paletos que gastan una broma a otro del pueblo y lo matan: «si no sabe aguantar una broma, que se vaya del pueblo», le decían luego a la familia del finado. Con todo, es verdad que La Sexta es una cadena privada, luego la cuestión terminará ventilándose entre su público y sus anunciantes (y los demás podemos, en efecto, marcharnos del pueblo). Más grave es lo que hizo el Sábado Santo Radio 3 de Radio Nacional de España, cadena pública que pagamos todos y que dedicó toda la tarde de esa jornada a emitir una programación expresamente antirreligiosa. ¿A estos quién les pide cuentas?

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