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León

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El invento del maligno. José Javier Esparza

Varias asociaciones profesionales de periodistas han decidido hablar con una sola voz contra las limitaciones impuestas a la información por los partidos políticos. ¿Qué limitaciones? Sobre todo dos: ruedas de prensa sin preguntas 'insólita práctica' y bloques obligatorios de propaganda electoral en las cadenas de televisión. A lo mejor a usted le parece que estas son cosas de periodistas y que al ciudadano común le traen al pairo, pero no: si a nosotros no nos dejan libertad para informar, usted no se enterará de nada. Bienvenida sea, pues, la iniciativa de esas asociaciones, que si se hubiera producido antes seguramente habría favorecido una atmósfera algo más respirable que la actual. ¿Conseguiremos doblar el brazo de los políticos? Personalmente, yo descreo un poco de estas campañas de pundonor profesional, y especialmente en España, porque aquí los periodistas hemos demostrado ser de una docilidad vergonzosa. No hay más que ver cómo se ríen los colegas cuando un político hace un chiste, por ejemplo.

Me acuerdo de que a Aznar le hicieron un día un plante de cámaras porque los americanos habían matado a un compañero en Irak, pero después, con otros gobiernos, han pasado otras muchas cosas que no han ocasionado el menor silbido. También recuerdo cómo, en la anterior legislatura, el Gobierno vetó expresamente a determinados medios de comunicación críticos sin que el resto de la profesión dijera esta boca es mía. ¿Habrá ahora mayor cohesión? Debería haberla, porque lo que está en juego es nada menos que la información, o sea, la materia prima de este negocio. Y hay algo suplementario, algo que va más allá del negocio: la propia dignidad de los profesionales, que con esa práctica de las ruedas de prensa sin preguntas queda literalmente pisoteada. Al final, la actitud del Gobierno que no admite preguntas y se queda tan ancho, o que obliga a informar por bloques y cuotas, es la misma del tipo que no admite críticas. En comparación con eso, casi es preferible lo de la duquesa de Alba: «¿Los periodistas? Que pasen y coman, que tendrán hambre».