Diario de León
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El invento del maligno. José Javier Esparza.

T elecinco ha estrenado con éxito su última gran carta del curso, la serie española Piratas , de Mandarina producciones, con Pilar Rubio como reclamo mayor. ¿Qué cuenta Piratas ? Se trata de un serial entre la acción, el erotismo y el humor cuyo héroe es un canalla que no paga sus deudas, seduce a mujeres ajenas, falta a su palabra todos los días y pega fuego a conventos, pese a lo cual la historia le presenta como un tipo de lo más simpático. El espíritu mismo de Telecinco, en fin. Naturalmente, enfrente hay un malo malísimo que inaugura la serie azotando a una moza, y alrededor vagan terribles piratas cuya primera acción es cortarle la mano a un colega. Frente a ese mundo siniestro, Piratas nos presenta a dos dulcísimas damas de buen corazón y mejor carrocería, y aquí es donde entra Silvia Abascal. Hay también un niño muy gracioso que mea en la olla de la sopa de los frailes (después meará en la de los piratas), y el padre del niño también se bebe los orines. Ya digo, el espíritu de Telecinco. Bueno, y por fin aparece, en épico combate singular, Pilar Rubio haciendo de jefa pirata: una mujer hiperafirmativa, solemne y belicosa, que prodiga encendidos discursos sobre sus hombres mientras atiende al pueblo explotado por la opresión y cura a base de ron a las víctimas del odioso cacique. El abigarrado reparto incluye a muchísimos personajes más -una vieja perversa, un sastre cornudo-, pero no es preciso describirlos para hacer el retrato del producto. Después, abordajes, degüellos, alguna escena más bien gore. Y como guinda, Pilar Rubio peleando en camisón mojado, sin sutilezas. ¿Balance? Técnicamente, una producción bien acabada, con amplio derroche de medios, localizaciones muy bien escogidas, ambientación brillante y un reparto eficiente, aunque en lo artístico vuela más bien bajo. Narrativamente, un bodrio lamentable lleno de topicazos, situaciones previsibles, diálogos superfluos y concesiones a una concepción primaria del espectáculo. En cuanto a los aspectos éticos, la historia es simplemente deplorable. No esperábamos otra cosa.

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