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León

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El invento del maligno. Juan Varela.

L a red ha tomado la Puerta del Sol como muchas calles y plazas de otras ciudades. Participativa, organizada a ritmo de tuiteo y móvil. Son los hijos de un mundo en crisis. La primera generación del tambaleante estado del bienestar que vivirá peor que sus padres. En la posmodernidad puede no haber futuro, pero el presente es continuo y obstinado, como la nómina y la hipoteca. Denuncian a los políticos sordos, tercos, lejanos. Y con ellos al poder económico y mediático, beneficiario de una partitocracia alejada de los ciudadanos, encerrada en prebendas y una pobreza de ideas que asusta. Políticos y tertulianos reaccionan con igual incomprensión.

Un buen ejercicio es comparar los tuiteos de #15m #democraciarealya o #nonosvamos con los de los políticos en campaña. Ninguna imagen mejor para entender el desapego. La partitocracia encerrada en su discurso endogámico, sus promesas vacías y sus ataques. Los manifestantes reclamando a los políticos democracia responsable, listas abiertas, una ley de acceso a la información pública, austeridad para gobernar y limpieza en la financiación, derechos digitales y una salida social a la crisis.

Democracia en red y en tiempo real. Sin líderes, con ideas y sentimientos comunes, pero también opciones distintas. Indignados por la ignorancia política de reivindicaciones ciudadanas: de la frustración por el paro y la crisis al rechazo a la ley Sinde antidescargas, de la insatisfacción electoral a la corrupción. No son sólo jóvenes airados, son ciudadanos indignados por una democracia sorda y lenta. Demandan política útil, ilusionante, con respuestas a los problemas con la velocidad de la globalización. A paso de calle, no de coche oficial. En las manifestaciones y las acampadas conviven ideas compartidas y discutidas en red. Una nueva política participativa y en tiempo real. La democracia llega donde lo hace la tecnología que permite el espacio público. Un comienzo para ampliar la democracia y el control político, una oportunidad para impregnar con ideas y reivindicaciones a los poderes y hacerlos más responsables.