Diario de León

TOROs. FERIA DE SAN ISIDRO

Castella corta una oreja

SEBASTIÁN CASTELLA / MIGUEL ÁNGEL PERERA/ JOSELITO ADAMEPlaza: Las Ventas. Decimosexto festejo de feria. Lleno total.Ganadería: Se lidiaron toros de Alcurrucén, bien presentados y de juego desigual, los mejores, los d

Miguel Ángel Perera en la faena a su primer toro.

Miguel Ángel Perera en la faena a su primer toro.

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juan miguel núñez | madrid
León

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El francés Castella ha cortado una oreja, pero eso no quiere decir que haya triunfado. No se le puede aplaudir por llevarse una oreja donde había claramente dos. Así que, aunque parezca paradójico, el triunfo no es tal.

Y en contraste, el toro. Extraordinario toro por los dos pitones, por clase, ritmo y duración. Tuvo además mucha vibración el de Alcurrucén, prestando más importancia aún al quehacer del torero.

Aunque no habría que pasar por alto que el toro se fue suelto en los dos encuentros con el caballo, lo que quiere decir que no fue completo. Sin embargo, hay que ser generoso esta vez con el toro y disculpar esa mansedumbre en el primer tercio, sencillamente porque en la muleta fue extraordinario. Lo que se dice un toro «para el torero», aunque Castella no supiera estar a la altura. Tampoco es que Castella estuviera mal del todo, sencillamente que no tuvo redondez la faena. No hubo la rotundidad que el toro pedía.

Fue larga la faena, pero así y todo seguía el toro «haciendo el avión» cuando sonaba el aviso, antes de montarle la espada

Castella toreó con la muleta adelantada, citando muy sincero. Bien. Pero hubo muchas desigualdades. En una misma tanda, lo mismo por la derecha que al natural, le tropezaba un par de pases, o el torero «escupía» lejos algunas embestidas que pedían más ajuste. Examinada así la faena, por partes, resulta que no hubo ni una sola tanda de poner la plaza en pie. Con la espada, sí. Castella supo amarrar lo que de antemano sabía que podía ser una oreja. Se tiró a matar de frente y por derecho, dejando una gran estocada en todo lo alto. Pero más que la vuelta al ruedo paseando la oreja, lo que la gente ovacionó fue el arrastre del toro.

Perera sorteó un lote infumable. Descastado, distraído y sin humillar, cuando no reponía las embestidas, el tercero, con el que el hombre estuvo queriendo mucho. El quinto, manso, se quedó también muy entero para la muleta, y fue brusco, «desarrollando», hasta acabar «rajado» en la querencia. Castella, otra vez muy firme, muy capaz, sin embargo, no llegó a estructurar faena. Y lo peor, la espada, en los dos fue un desastre.

Confirmaba el mexicano Joselito Adame, torero que se inició en la profesión en España y sur de Francia. Su carrera, muy esperanzadora por los primeros triunfos acá, se proyecta aún más por las hazañas que ha protagonizado en los dos últimos años en su país, donde prácticamente no se le ha resistido ninguna plaza ni feria importante. Hoy se le ha visto como un torero muy cuajado, con las ideas muy claras, sobrado de valor y muy capaz. En el toro de la ceremonia acusó un poco los nervios, aunque resolvió todos los imprevistos con mucha suficiencia.

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