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TOROs. FERIA DE SAN ISIDRO

Pésimo encierro

DIEGO SILVETI / VÍCTOR BARRIO / RAFAEL CERRO Plaza: Las Ventas. Veinte festejo de feria. Casi lleno.Ganadería: Seis novillos de El Ventorrillo, bien presentados, mansos y complicados a excepción del sexto.Diego Silvet

Víctor Barrio durante la faena a su primer novillo.

Publicado por
juan miguel núñez | madrid
León

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Por tipo e ideas, una corrida de toros, aunque se anunciara como novillada. Menos mal que los tres andan sobrados de oficio y pudieron solventar sin mayores agobios. En todo caso, el fallo a espadas de Silveti en el cuarto y de Barrio en el quinto, la única evidencia.

Un pésimo encierro con la salvedad del sexto, en el que Cerro mostró lo que en el argot se llaman «maneras», para ser exactos, buenas maneras, por su firmeza y los atisbos de torería que tuvo su quehacer.

Cerro dejó patente su buen concepto, aunque con altibajos. Y al final también la mala colocación de la espada le privó de un reconocimiento mayor que las palmas a la despedida.

Cerro había toreado ya en el tercero con mucho aplomo, elegancia y temple. Toreo de exquisiteces lo mismo con el capote que con la muleta. Pero hubo una circunstancia en el último tercio que le impidió redondear, cuando el novillo se lastimó la pata delantera izquierda en las probaturas iniciales.

A partir de ahí ya no se desplazó lo suficiente, y los muletazos, aunque finos, resultaron inacabados, medios pases. Tampoco mató bien, y la cosa quedó en una simple ovación. Sin embargo, más que suficiente lo de Cerro esta tarde para confiar en él de cara al futuro. Hay madera de torero bueno.

De la misma forma que volvió a convencer Víctor Barrio con un lote infumable. Pese a lo incómodo que fue su primero, continuamente protestando, no se apeó el segoviano del valor y la ambición. Desde la estremecedora larga cambiada en chiqueros y hasta la gran estocada final, Barrio quiso mucho en todo momento, y demostró que puede con tanta adversidad.

Ya en el capote «se metía» el novillo por abajo, y pegando un tornillazo al final de cada viaje. Se fue suelto del caballo y llegó poco picado a la muleta. Novillo brusco, dando cabezazos y sin continuidad en las embestidas.

Barrio le echó ganas y torería, y aunque no hubo redondez en la faena, estuvo a punto de cortarle una oreja. De hecho hubo una gran petición, que el presidente no atendió, sin tener en cuenta que la estocada, una gran estocada, por si sola valía el trofeo.

El quinto, con una embestida menos clara si cabe, pues venía andando y calamocheando, no ayudó lo más mínimo. Y aunque otra vez estuvo suelto y fácil, nada pudo resolver.

Al mexicano Silveti, que debutaba, tampoco le ayudaron sus novillos. Su primero, manso, huido y descompuesto, le puso en más de un aprieto. Y el cuarto, desrazado y soso, tampoco ayudó que rompiera la faena.