opinión | el invento del maligno
Tribunales
Los tribunales han condenado a Telecinco a pagar 18.000 euros a una bailarina de Esta noche cruzamos el Mississippi (aquel estercolero) por emitir imágenes suyas sin su consentimiento. Hace pocos días, otra instancia judicial condenaba igualmente a Telecinco a aflojar 90.000 euros por intromisión ilegítima en el honor de la duquesa de Alba. A estas multas hay que sumar otras de dispar cuantía dictadas en los meses anteriores. Telecinco se ha especializado en los últimos años en un tipo de televisión que juega permanentemente en el límite del honor del prójimo. Ahora paga las consecuencias, y nunca mejor dicho. Ellos sabrán si les compensa. Sostienen los sabios entendidos que el telecotilleo es rentable porque da mucho dinero, pero, sinceramente, me pregunto si el jorgejavierismo da para pagar tanta compensación.
Si la respuesta es positiva, entonces sólo cabe proponer una cosa: que aumente la cuantía de las multas, porque no tiene sentido que las sanciones sean menores al beneficio que el delincuente obtiene con su delito, ¿verdad? Con todo, lo que más llama la atención en todo esto es la perfecta banalidad de los asuntos en litigio. Quiero decir que, en el fondo, a nadie le importa un bledo quién es esa bailarina de la foto y qué hace con su vida, ni a quién se arrimó la duquesa de Alba en sus años mozos (caso de que se arrimara) o a quién se dejó de arrimar. Todas estas cosas son querellas personales, fulanismos, dimes y diretes, maledicencias de corral que sin duda son importantes para las personas afectadas, pero que desde el punto de vista de la información no tienen trascendencia alguna. Y es justamente eso, el hecho de que se haya llegado a hacer una televisión enteramente intrascendente, lo que le deja a uno completamente patidifuso. ¿Cómo hemos llegado hasta aquí? ¿Cómo ha sido que en España, y sobre todo en España (porque en otras partes no pasa), la televisión ha decidido dedicar tantas horas, tantas energías, tantos recursos y tanto dinero a semejantes estupideces?
¿Será verdad que cada sociedad tiene la televisión que se merece?