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Entrevista | joaquín pérez azaústre | escritor

«Cinco minutos de televisión pueden arrasar años de educación lectora»

«Lo raro es que queden lectores», dice este poeta cordobés, ganador del último Premio Loewe, que hoy en la librería leonesa Alejandría presenta su última obra, -Las Ollerías-, una cartografía líric

Azaústre cree que nunca se podrá rectificar «el daño que Telecinco ha hecho a este país»

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e. gancedo | león
León

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Uno de los éxitos poéticos del año, Las Ollerías , la última creación del cordobés Joaquín Pérez Azaústre, cuenta hoy con su particular puesta de largo leonesa en la librería Alejandría, donde a las 20.00 horas da a conocer esta «recapitulación personal» sobre un «espacio simbólico que nutre la memoria» de la mano del poeta y columnista de Diario de León Luis Artigue. Pérez Azaústre, reciente ganador del Premio Loewe de Poesía, ha publicado tres novelas con Seix Barral y Alianza y en su día obtuvo otros importantes galardones como el Adonáis.

-¿Cómo percibe el recibimiento que lectores y críticos están dando a -Las Ollerías-? ¿Le interesa conocer esa recepción?

-Sí, me interesa, sobre todo porque es buena, si no, no tendría más remedio que aguantarme. La verdad es que está yendo muy bien y eso no deja de ser una suerte y también una alegría, porque yo planteo en este libro un refugio que es una figuración del paraíso, pero en diálogo con el lector, así que esta buena recepción me dice que el lector también ha hecho suyo ese refugio.

-¿Qué hay dentro de -Las Ollerías-, que supone para usted ese nombre?

-La acotación de un territorio, de un espacio simbólico de mi memoria. Para mí es una fortaleza del ser. Supone crear un escenario en el que me reconozco, desde el que construir mi identidad, una especie de álbum de fotos que es un recuento de mi vida, una recapitulación existencial. Todo territorio pide ser nombrado y yo he elegido el nombre de esa avenida cordobesa que nutre mi memoria.

-Si es una recapitulación, ¿cuál es la conclusión?

-Que todo lo vivido merece la pena si puede ser asumido por uno mismo. Que todo lo feliz o lo hiriente que te sucede, si puedes asimilarlo sin lastres, te permite seguir adelante.

-Como autor especialmente galardonado, ¿qué suponen los premios para usted?

-Sobre todo la posibilidad de editar, la atención crítica, el hecho de publicar con editoriales que me gustan y con cierta prontitud. Además, los jurados suelen estar formados por lectores de estima.

-¿Quedan aún autores de esos que tienen los cajones llenos de poemas a los que les da pudor publicar, aunque sean realmente buenos?

-Creo que pertenecen al pasado. Más bien diría que hoy hay demasiados escritores impúdicos, gente empeñada en hacernos partícipes de su pensamiento aunque muchas veces el resto del mundo viva mejor sin haberlos conocido. Yo comencé en esto cuando no había Internet, ni blogs, ni nada de eso, un sistema más parecido al de los años cincuenta. Hoy, con esta explosión de medios de comunicación, se percibe un exceso de yoísmo . Por cada escritor pudoroso hay 1.500 deseosos de ver estampado su nombre en letras doradas.

-¿Y qué es mejor?

-Como las salsas, depende del guiso. Es cuestión de proporción, como todo en la vida. Al que es más retraído, le puede servir para echarse para delante, y al que es más impulsivo, pues debe moverle a la autocrítica, a la mesura.

-¿Qué le pediría a la industria editorial española?

-No le pediría nada, porque es un mundo que se genera solo. Hay editoriales con un criterio exquisito, como Calambur, Bartleby, Narrativa nocturna... los editores hacen un trabajo difícil y lo hacen bien. Creo que se viaja poco, porque en América Latina, por ejemplo, no existen tantas editoriales, hay poetas, y buenos, que tienen que crearlas ellos mismos, y se edita gracias al esfuerzo de mucha gente. No nos damos cuenta de que vivimos en el primer mundo de la edición, ahí están Visor, Hiperión, Anagrama... Además, en Internet cada vez hay más critica buena. Un mundo que crece, y para bien. Así que, si tuviera que pedir algo, sólo pediría que fuéramos un poco mejor compañeros. Aquí no se trata de ir contra nadie, porque en literatura uno se mide sólo contra sí mismo.

-¿Y más lectores?

-Sí pero no. Tenemos los lectores que tenemos que tener. No hay que pedir más lectores, hay que exigirles más trabajo a las instituciones cuya misión es extender la cultura. Hace un tiempo Juan Marsé pedía un Ministerio de Cultura de la Televisión Pero si es que años de esfuerzo en fomento de la lectura pueden quedar arrasados por cinco minutos de televisión... Cuando se crearon las televisiones privadas se pactó un mínimo de contenidos educaciones que nunca se ha cumplido. ¡Lo raro es que haya lectores! Nunca se podrá rectificar el daño que Telecinco ha hecho a este país, lo sufriremos durante generaciones.

-"¡Ahí es nada!

-Sí, si Machado, Lorca, Azaña, Hernández y De los Ríos levantasen la cabeza y se dedicasen de lleno a la enseñanza, no lo subsanarían en 200 años. Nunca olvidaré aquella vez que viajaba al Festival de Poesía de Costa Rica y me tocó al lado el equipo del programa Supervivientes , una calaña que se bebió todas las existencias del avión, llamaba la atención sin parar, alardeando de haberse acostado con aquel o aquella imbécil... y yo intentando leer poesía. Buena metáfora del país que hemos construido.

Lugar: Libros Alejandría (Fajeros, 2).

Hora: 20.00.