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Publicado por
José Javier Esparza
León

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Trece años de trabajo en un canal de televisión son muchos años, e incluso, en los tiempos que corren, son una muestra de fidelidad muy poco común. Pero todo se acaba y he aquí que Chelo García Cortés, periodista 'rosa' del DEC de Antena 3, se marcha. Y no sólo se marcha, sino que se pasa a la cadena de la competencia, Telecinco, y a los programas rivales por antonomasia: los de La Fábrica de la Tele, Sálvame y La noria. La noticia ha sentado a cuerno quemado en Antena 3, porque Sálvame ha aplastado a DEC en la competencia de los desolladeros televisivos, así que el fichaje tiene algo de humillación corporativa. ¿Y por qué se va Chelo G. Cortés? Usted responderá: «Por dinero, claro». Y efectivamente, así es. Pero esto, que es lo más normal del mundo, no encaja bien en los usos retóricos de nuestros telepersonajes, y así los espectadores de DEC pudieron asistir este viernes noche a un singular relato donde hubo lágrimas, confesiones, consejos y hasta filosofía de la vida. Chelo G. Cortés se puso muy cariñosa para decir que «voy a emprender un nuevo rumbo, voy a dejar a mis niñas, a mis niños, a mi hermano (a sus compañeros de programa, vaya), al cascarrabias de mi director, a este público, a este plató y a esta cadena».

Fue entonces cuando Cantizano se anegó en lágrimas, quizá porque a él le va a tocar en breve decir adiós, y no porque le fiche otro programa, sino porque DEC va fatal de audiencia. Otro de los compañeros, Antonio Montero, preguntó con urgencia inquisitiva: «¿Por qué, Chelo?». Y ahí Chelo García Cortés se puso muy trascendente, miró a la vida que pasa y afirmó rotunda: «Porque en la vida hay ciclos», como si su paso a Telecinco fuera un imperativo cósmico, algo así como la precesión de los equinoccios. La próxima vez que un policía me pregunte por qué he aparcado en lugar prohibido, contestaré lo mismo: «Porque en la vida hay ciclos, amigo», a ver si cuela. Pero lo peor fue la sentencia final de la señora: «Espabilaros, que son los mejores», en referencia a su nueva casa. Y aún la aplaudieron. Qué gente, oiga.