Diario de León

La muralla del Jardín del Cid ya es paseable a lo largo de 80 metros

Desde su camino de ronda los leoneses cuentan con una vista inédita de la ciudad

Vista del primer tramo paseable de la muralla de León, con suelo de tablillas de madera. Al fondo, l

Vista del primer tramo paseable de la muralla de León, con suelo de tablillas de madera. Al fondo, l

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emilio gancedo | león
León

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«Ésta es la primera vez que, de una manera libre, los leoneses pueden acceder a un cubo de la muralla y hacerse una idea de sus verdaderas dimensiones». Son palabras del arquitecto Melquiades Ranilla, artífice del Plan Director de la Muralla de León y responsable de una de las restauraciones más delicadas de cuantas se han practicado en la ciudad en los últimos años: la recuperación completa del tramo de muralla del Jardín del Cid y su conversión en -paseo elevado- a lo largo de 80 metros de adarve. Una obra que se acaba de culminar y que ya puede ser disfrutada por los ciudadanos.

Ranilla explica que a lo largo de todo este tiempo de trabajos -un año y tres meses- se han descubierto muchas cosas interesantes, como el hecho de que la muralla romana «fue arrasada» en la Edad Media por razones que aún se desconocen y que fue progresivamente reconstruida, con materiales más endebles, en época medieval. «Además, descubrimos la cota real de la que parte la muralla, a más de metro y medio bajo el nivel del suelo actual», informa el arquitecto leonés.

Uno de los aspectos que más ha cuidado la empresa encargada de ejecutar la obra, Esoca, ha sido la de -mostrar- o -insinuar- las diferentes épocas constructivas que existen en el monumento, así como las partes que ya se han perdido. Por ejemplo, en el pavimento se han marcado dos de los cubos que faltan y la línea que seguiría la muralla hasta el actual palacio de los Guzmanes.

Otro dato de interés histórico es el descubrimiento de sillares romanos del siglo I, más sólidos y mejor escuadrados, en la base de este tramo de muralla, sillares que pueden verse tanto en el esquinazo que linda con el parque del Cid -junto a una fisura que marca la diferencia con la parte de los siglos III-IV-, como en la parte que da a la calle Ruiz de Salazar y que se ha protegido con una verja.

Estado lamentable. «Hemos sacado centenares de metros cúbicos de tierra», comenta Melquiades Ranilla, quien recalca el calamitoso estado en el que se encontraban muchas partes del monumento, con grandes boquetes en el muro que hubieron de ser colmatados, así como una cantidad insólita de basura y de desperdicios, entre ellos, «unas 2.000 jeringuillas». El mayor problema, con todo, fue el de asegurar unos materiales -sobre todo canto rodado y mortero- invadidos por la humedad desde hacía siglos y, por tanto, disgregados y debilitados.

El cubo que en su día elevara Menéndez Pidal, aunque sólo a media altura, es uno de los espacios más interesantes de la obra, pues ahora se ha recrecido hasta su tanaño original y recubierto con piedra leonesa con las mismas técnicas y hechuras que la construcción romana. En la cara que da a Ruiz de Salazar se han dejado 'grietas' para que el público compruebe las diferentes etapas constructivas de la muralla (sillar romano, canto medieval, y ladrillo en la cima, parte que data ya de las gueras carlistas del XIX). Para acceder al tramo existe una escalera realizada en acero cortén que se apoya en la muralla en un solo punto. Madera en el paseo, vidrio en los antepechos y piedra en algunos puntos completan la obra.

El tramo rehabilitado permite una vista hasta ahora inédita de algunos de los principales monumentos de la ciudad (Catedral, San Isidoro, palacio de los Guzmanes, casa Botines...), una muy céntrica situación que, a juicio de Melquiades Ranilla, lo convierte en «lugar inmejorable» desde el cual los turistas pueden encarar su visita a León. El acceso a esta parte de la muralla es libre, en el horario del Jardín del Cid, y se realiza desde el interior del parque.

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