Más basura

Cuando uno contempla el cubo de la basura, siempre se hace la misma reflexión: ¿lo contamos o lo dejamos correr, para no importunar a nadie con esta porquería? Esta profesión consiste en contar las cosas. Pero si las contamos, ¿no haremos publicidad gratuita a los fabricante de porquería quede como lo que es, es decir, un cochino, y no como un benefactor de la humanidad

Por eso merece la pena hablar un poco de Supervivientes , el reality de Telecinco, que en las últimas semanas está tocando cumbres de podredumbre jamás vistas antes en nuestra pantalla. Lo que está pasando en esta edición de Supervivientes puede resumirse de una manera muy simple: una exhibición inmoderada de ruindades, mezquindades y crueldades, de malos modos y bajos instintos, entre un aluvión de tetas y culos para provocar al personal.

No hay más. O mejor dicho, sí: además está la cuidadosa administración del estercolero a cargo del presentador estrella de Telecinco Jorge Javier Vázquez, que con su programa basura de vacaciones en Honduras ha multiplicado por cien el hedor a base de reproducir el conflicto en el plató del programa. Naturalmente, cuando uno levanta el dedo, se tapa la nariz y denuncia el mal olor, inmediatamente el fabricante de telecaca se rasga las vestiduras y te llama «fascista», que es lo que se dice ahora, pero el exabrupto no va a hacer que la caca deje de serlo.

Por otra parte, aquí la prueba es muy sencilla: basta con poner diez minutos el programa. Aconsejo diez minutos, y no más, porque una sobreexposición puede acarrear trastornos físicos y psíquicos de imprevisible evolución.

Pero ese lapso basta para constatar que aquí hay unos sujetos dispuestos a hacer negocio con lo peor del género humano; negocio que a su vez tiene la característica de hacer aún peor a la gente, porque la invita a hundirse en un fango que en su vida normal siempre evitaría. Más calamidades: por la singular distribución del mapa audiovisual del sistema español de radiodifusión, esos mismos sujetos gozan de una posición de privilegio en términos de publicidad y difusión, o sea, de negocio. Eso es el drama.