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Publicado por
José Javier Esparza
León

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E l último mes del curso nos ha dejado una horrible mancha en el expediente: la cobertura del accidente de tráfico del torero Ortega Cano, que se ha saldado con la muerte de una persona que pasaba por allí. Esa cobertura ha corrido a cargo sobre todo de los programas de cotilleo, y la puntilla llegaba la otra noche con el terrible espectáculo de Telecinco, cuatro horas y media de apuñalamiento a placer. Uno se pregunta inevitablemente qué ha hecho Ortega Cano para merecer semejante despiece, y las respuestas dan que pensar

La trayectoria de esta familia, de este caballero, es un perfecto retrato de la gran trampa de la televisión. Uno empieza siendo famoso por su oficio: una cantante, un torero. Como eres famoso, intentas mantener a salvo tu privacidad, pero no puedes evitar que la foto y la dentellada sean parte de tu vida. Además no estás tú solo, sino que hay hijos, sobrinos, empleados, cuñados, y todos ellos sienten la tentación de hacerse famosos parasitando al cabeza de familia.

Si no mantienes bien firmes las riendas, siempre habrá algo que se te escape. A partir de ese momento, uno pierde el control de la situación: todo lo que haces se convierte en carne de cotilleo. Peor aún: todo lo que hacen tus próximos se convierte en causa de maledicencia sobre ti. Ya no vives para cultivar tu fama, sino para combatir a quienes la quieren destrozar. En cuanto a tu vida privada, se transforma en algo parecido a una fuga constante

Si intentas salir de ese torbellino, haces tanto ruido que la presión aún se intensifica. Entonces uno piensa «qué habré hecho yo para merecer esto» y se entrega a sus peores abismos. En esa situación en la que todo lo que haces sale mal, lo más fácil es terminar perdiendo incluso el control sobre ti mismo.

Y cuando uno pierde el control sobre sí mismo, es que uno está acabado. A veces, por giros de la vida, uno puede encontrar la ocasión de rendirse, pasarse al campo enemigo y tratar de vivir en él; es lo que está haciendo Isabel Pantoja, por ejemplo. Pero José Ortega Cano no va a tener esa oportunidad. Pobre hombre.