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León

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El invento del maligno josé javier esparza

A primera vista parece la encuesta tonta del verano, pero a lo mejor conviene tomarse en serio la cosa. Yendo al grano: ver la televisión acorta la vida hasta cinco años. Lo dice el British Journal of Sports Medicine después de haber realizado el correspondiente estudio. «Estos ingleses, siempre tocando las narices», dirá usted. Y sí, pero es que no son solo los ingleses, sino que esos datos corroboran los del estudio Australian Diabetes, Obesity and Lifestyle. ¿ Hay que concluir que ver la televisión es malo para salud física, además de nocivo para la salud espiritual? Cuando uno se detiene a leer la letra pequeña del informe, el panorama cambia un poco. Cito textualmente: «La vida sedentaria como consecuencia de la falta de ejercicio físico incrementa el riesgo de muerte, especialmente por ataques de corazón e ictus. Ver la televisión se identifica con una vida sedentaria pero su impacto sobre la esperanza de vida no ha sido evaluado en el estudio». ¡Amigo ! O sea que la gente demasiado sedentaria que se muere suele ver mucha televisión, pero no se muere por ver la tele, sino por otras causas.

Más aún: según el estudio británico, el hábito identificado como más pernicioso es ver la televisión «un promedio de seis horas al día». ¡Seis horas! ¿Conoce usted a alguien capaz de permanecer sentado seis horas viendo la televisión? Al margen de casos muy concretos de gente impedida o condenada a la más estricta inmovilidad, hace falta mucho valor para estar seis horas devorando televisión.

Da la impresión de que estos señores, buscando dar más relieve a su investigación, han recurrido al fácil expediente de sembrar la alarma tomando a la televisión como chivo expiatorio. Conviene poner negro sobre blanco el necio alarmismo de estos estudios.

Al fin y al cabo, estamos en un país cuyas filantrópicas autoridades no han dudado en perseguir con saña al fumador y al niño que come bollos, y que incluso acariciaron la idea de implantar un veto sobre el vino. Sólo faltaba que encima les diéramos argumentos para prohibirnos ver la televisión, ¿verdad?