Nuevo juicio a ‘Las moscas’ de Arroyo
El Procurador del Común abre la caja de los truenos al pedir que se retiren las esculturas de Santa Marina.
‘Las moscas’ de Eduardo Arroyo siguen dando guerra. Apenas cinco meses después de la instalación de este conjunto escultórico y cuando el debate parecía cerrado tras diez años de ‘peleas’, Javier Amoedo, Procurador del Común, ha abierto una nueva polémica al reclamar otra ubicación para las cuatro piezas: el dios Eolo, el Unicornio de Laciana, la gigantesca mosca adosada a la iglesia de los Descalzos y la Celda de Vanitas. Amoedo ha pedido al Ayuntamiento y a la Junta que reconsideren quitar las esculturas de Santa Marina y exige a ambas administraciones una respuesta en el plazo de dos meses. Jesús Courel, jefe del Servicio Territorial de Cultura de la Junta, no quiere pronunciarse sobre el caso y se ampara en que no ha recibido el dictamen de la oficina del Procurador del Común —extractado por este periódico el pasado sábado—. Ayer, en Valladolid, tampoco encontraban el expediente que, según la oficina del Procurador, se remitió con fecha del 23 de septiembre a la Secretaría General de la Junta. A última hora de la tarde, la Consejería de Cultura confirmó que allí no había llegado. No obstante, Courel aclara que la Comisión Territorial de Cultura, de la que él forma parte, exigió una excavación a los pies del unicornio, puesto que iba anclado al suelo —un suelo protegido por el Plan Especial del Casco Histórico— y que obligó al Ayuntamiento a subsanar el proyecto inicial, de forma que se ajustara a lo que exige la ley en este entorno histórico. De todas formas, confirma que la colocación cumplió todos los requisitos. Courel no quiere adelantar si el asunto se incluirá en la reunión mensual de la Comisión Territorial de Patrimonio.
El concejal de Cultura del Ayuntamiento de León, Juan Pablo García Valadés, considera que, a medio plazo, es inviable trasladar ‘Las moscas’, cuya colocación costó 150.000 euros, aparte de los 800.000 que cobró el artista. «No nos lo planteamos», afirma, aunque acto seguido añade que «una declaración del Procurador del Común siempre hay que tenerla en cuenta». Subraya que la instalación fue impecable y que contó tanto con la autorización del Ministerio de Cultura (propietario de la iglesia de las Descalzas) como de la Junta —vía Comisión Territorial de Patrimonio—. «Siempre habrá gente a favor y en contra de esta obra, pero no se puede tomar a la ligera». García Valadés está encantado con el ‘escándalo’. Al fin y al cabo, hay que reconocer que es publicidad. «La polémica beneficia al artista y a la ciudad». El concejal de Cultura cree que «si la obra de un artista de prestigio internacional provoca controversia, generará un flujo turístico».
Un gran enfado. Eduardo Arroyo, en cambio, está harto. «¿El Procurador se cree que el arte se cambia de sitio como él quiere?», preguntó sin ocultar su enfado. La concejala socialista Evelia Fernández, responsable del área de Cultura cuando se colocaron ‘Las moscas’, abunda en los argumentos de su sucesor, García Valadés, y recuerda que el proyecto se modificó para que cumpliera escrupulosamente la ley. «No las instalamos hasta que estuvo todo correcto. Estamos tranquilos, porque no hemos cometido ninguna irregularidad», asegura.
Hay que recordar que el conjunto escultórico fue encargado a Arroyo específicamente para Santa Marina cuando era alcalde Mario Amilivia (PP). Días antes de concluir su mandato, se colocó ‘a las bravas’ el dios Eolo sobre el paso abierto en la muralla en los años 70. El proyecto lo heredó después el ex alcalde Francisco Fernández (PSOE), que pudo inaugurarlo días antes de las elecciones municipales.
Evelia Fernández recordó ayer que son las primeras esculturas de Arroyo pensadas para un espacio al aire libre. «Yo no soy un escultor de rotondas», dijo el propio artista el día de que se instalaron ‘Las moscas’ en Santa Marina. «No quería que lloviera encima de mis obras». Esta es la primera vez y «la última», porque «me habré muerto».
El Procurador apelaba en su dictamen a una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Aragón que en 1998 obligó a demoler una escultura moderna ubicada en la plazuela de San Felipe de Zaragoza. En aquel caso, se trataba de un monumento conmemorativo erigido «con demasiada altura y una irritante ostentación de mármoles blancos». Arroyo tuvo una premonición el 4 de abril: «Las moscas tendrán que competir con la ciudad. Serán juzgadas a diario por la gente». Ciertamente, el juicio continúa...