En honor al decano de los escritores españoles

Hijo de un trabajador de los ferrocarriles, la infancia de Crémer transcurrió en situación más que menesterosa entre Burgos, Bilbao y León, donde acabaría por residir durante toda su vida. Aquí trabajó como vendedor de periódicos, mancebo de botica, «amanuense para ilustres jubilados» (como recordaba él mismo), tipógrafo, escritor y locutor, participando en las actividades de los anarcosindicalistas locales. Además, fambién ocupó el cargo de secretario del Ateneo Obrero Leonés.

Durante la Guerra Civil fue internado en la cárcel de San Marcos, donde la represión y los continuos fusilamientos marcaron su visión de la sociedad. Tras este periodo fundó, junto con Antonio González de Lama, Luis López Santos, José Castro Ovejero, y otros colaboradores como Antonio Pereira y Eugenio de Nora, la revista Espadaña , medio de expresión de la poesía desarraigada de posguerra, que tuvo no pocos enfrentamientos con el régimen franquista. Y es que su obra abarca desde el existencialismo hasta las preocupaciones sociales, moviéndose entre la denuncia de la injusticia y el afán de solidaridad. También cultivó la narrativa, siempre con tintes sociales, en obras como Libro de Caín (1958) o Historias de Chu-Ma-Chuco (1970). Medalla de Oro al Mérito en el Trabajo entre otros muchos galardones y distinciones, contaba, como balcón cotidiano desde el que se acercaba a la actualidad con humanismo y humor, con la columna Crémer contra Crémer en Diario de León. Su poemario El último jinete obtuvo el premio Gil de Biedma en 2008 y también recibió la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes.

La convocatoria del premio supone un necesario reconocimiento a la sobresaliente figura de Crémer, reconocimiento que había prometido el alcalde dentro de sus ‘cien medidas’.