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Entrevista

«El circo es temor y fascinación ante lo que viene de fuera»

Nació en Villaseca de Laciana, trabaja en un sitio tan mágico como la Biblioteca del Palacio Real y es autor de libros deliciosos, siempre bien recibidos por crítica y público. Ahora publica la novela ‘Gran circo mundial’.

El narrador leonés Pablo Andrés Escapa.

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e. gancedo | león
León

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Se presentó con la sugerencia extrema de Las elipsis del cronista, uno de los libros más vendidos en la feria leonesa del 2005, continuó con Voces de humo y ahora llega Gran circo mundial , la primera novela corta del leonés Pablo Andrés Escapa, a decir del crítico y profesor Nicolás Miñambres, «una de las personas que mejor escriben de España».

—¿Por qué el circo y qué tiene el circo su novela?

—El modesto circo de mi novela tiene una función simbólica. El ‘Gran Circo Mundial’ de este libro es emblema de una comunidad cerrada, independiente, difícil de penetrar, llena, pues, de misterio. Y también de rara promesa: la realidad de la compañía, muy precaria, parece desdecir la soberbia del cartel en que se anuncia. Todo esto es fuente de curiosidad y de atracción para cuantos son ajenos a su verdad del circo, que siempre está oculta. Todo circo, visto por quienes son ajenos a él, es una puerta con posibilidades de abrirse al conocimiento y al temor de lo que pueda llegar de un mundo diferente al de las seguridades cotidianas.

—La acción transcurre en un pequeño pueblo, Santolices. De nuevo lo rural, lo íntimo, en su obra. ¿Por qué elegir estos escenarios?

—Siempre me he sentido más cómodo escribiendo sobre ambientes rurales. Lo urbano tiene cronistas de sobra y, la verdad, a mí me atrae bastante menos. No deja de sorprenderme que el abandono del campo haya dado más para alentar guías turísticas, proponer parques temáticos e inspirar ensayos de etnografía que para fabular sobre las ruinas de ese mundo.

—¿Cómo se formó el argumento en su mente? ¿Requería el formato de novela corta?  

—El origen de este libro estuvo en una anécdota: hace unos años, un circo de poca monta ofreció una actuación en un pequeño pueblo de Salamanca donde yo voy a menudo. La compañía no se marchó después de la función y permaneció en su sitio unos cuantos días sin que se supiese bien por qué seguía allí ni hasta cuándo iba a quedarse. Me pareció una situación cuando menos sugerente para inventar esas razones y enredarlas en una trama que ahondase en las conciencias antagónicas tanto del pueblo como de la compañía circense. Por el tono de fábula moral que podía desprenderse de enfrentar ambos mundos, me pareció adecuado desarrollarlo en los límites de una novela corta. Creo que este género, que comparte más exigencias con el cuento que con la novela larga, era el idóneo.

—En sus composiciones la forma muchas veces parece ‘superar’ al fondo, el argumento puede olvidarse en favor del estilo tan lírico.

—La literatura es forma, no son temas. Ahora bien: no quisiera que lo formal ahogase a lo dramático en nada de lo que hago. Siempre he procurado escribir con ese equilibrio, pero sin ocultar el artificio, o si no es pretencioso decirlo, el oficio. Quizá se le preste hoy menos importancia a esa intención de saberse deudor de la lengua en que se escribe, o se despache como ‘preciosista’ algo que simplemente es reflejo de una preocupación honesta y, por desgracia, sujeta hoy a demasiados malentendidos. Stevenson advirtió que la prosa es la forma más difícil de la poesía y entiendo que en esa dificultad aludía tanto a la pericia del escritor como a la tolerancia del lector.

—Otro elemento importante en su obra parece ser el de los ritos o actos de iniciación (a la vida, al amor, a la muerte..) de jóvenes miembros de la comunidad. ¿Por qué le interesa este aspecto?

—No estoy seguro del origen de esta propensión, pero creo que tiene que ver con el carácter simbólico y multiplicador de todo acto de iniciación. Y también con una conciencia mítica de la realidad que es más fácil emparentar con la infancia y el pasado.

—La obra ha tardado en salir, ¿A qué se debió?

—Es normal que desde que se termina la redacción de un libro hasta que aparece impreso transcurra un tiempo. Yo desconfiaría de los textos que según se dan por redactados se consideran ya dignos de publicación. Ocurre, especialmente, con obras de encargo que no siempre se han escrito con la atención debida o con el respeto que merece el lector. Luego está la peripecia de cada libro, que será extensa muchas veces, hasta dar con la casa que mejor lo recibe, con independencia de la calidad del texto. Pero cuando ese libro llega a su lector, poco importa el tiempo que estuvo oculto en el cajón.

—¿En qué nuevos proyectos trabaja ahora?

—Lo último que he estado haciendo es un libro, un ensayo, sobre el western y su reflejo en la realidad, particularmente en la conciencia estética con que este género cinematográfico ha podido influir en nuestra percepción del paisaje y de unas formas de vida vigentes, al menos en el ámbito rural, hasta no hace tantos años.

—¿Cuándo presentará ‘Gran Circo Mundial?

—En Madrid se presenta el 12 de diciembre. No tengo fecha para León, quizá porque lo considero mi casa y cuento con que no hay que anticiparse tanto para regresar a lo propio. De manera que por aquí vendré, más temprano que tarde.

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