Diario de León
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El invento del maligno josé javier esparza

Lo que faltaba para engordar el banal mito de la saga Crepúsculo , esa boba historia de vampiros adolescentes, es descubrir que su última película (por el momento), Amanecer , da epilepsia. Seamos precisos: una escena de esa película —la del parto de Bella— incluye un juego de luces y colores que ha provocado casos de epilepsia fotosensible en espectadores particularmente dispuestos. Ha habido casos en California, en Salt Lake City, en Lima. ¿Leyenda urbana? ¿Operación de márketing? No, no es una broma: estas cosas pasan. Los colores producen efectos determinados en el sistema nervioso. Provocan reacciones psicológicas. Condicionan estados de ánimo. Y hay más: si uno alterna a cierta velocidad colores de efectos contrapuestos —rojo y azul, por ejemplo, o rojo y negro, como ha sido el caso de Amanecer —, puede generar en el cerebro del espectador una actividad que el propio cerebro no controla, por decirlo en términos simples. Esto ya pasó hace muchos años con un capítulo de la serie de dibujos Pokemon ; hubo que retirar ese capítulo después de que en Tokio se declararan 700 casos de epilepsia fotosensible en el público infantil.

Lo que ha pasado en Amanecer es lo mismo: la película juega a crear una atmósfera de suma tensión en esa escena enviando flashes rojos, blancos y negros a los ojos del espectador. Normalmente, el espectador percibe el efecto, nota que algo se remueve en su interior y ahí acaba la historia. Pero en espectadores cuyo sistema nervioso es más sensible, los flashes desencadenan una reacción salvaje. Si traigo aquí esta historia es por la moraleja: en muchos aspectos, la comunicación audiovisual es todavía un continente por explorar. Sabemos muy bien cómo funcionan los aparatos, pero nos falta conocer muchas cosas sobre cómo funcionan los seres humanos.

No le diré yo que ver la tele da epilepsia, porque sería una estupidez (y además, mentira). Pero sí hay que tener presente que enviar imágenes de luz al cerebro de la gente no es una actividad trivial. Y eso deben apuntarlo sobre todo quienes manejan la máquina.

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