Pinturas con todo el sabor del nuevo Buenos Aires

El sabor de la calles de Buenos Aires son el motivo principal de los cuadros del bonaerense Martín Riwnyj, que estos días muestra sus trabajos en la galería Sharon Art. Los personajes que habitan en sus cuadros viven en las calles solitarias de la capital argentina o, desde hace unos meses, en las muy antiguas vías de la Ciudad Eterna, donde reside el pintor.

Los escenarios en los que el artista desarrolla su discurso han cambiado, han evolucionado, primero fueron las cuadriculadas manzanas de la Ciudad del Plata, las que dieron sentido a unos lienzos en los que las figuras, los actores, manifestaban sus vivencias a ritmo de tango, con el sonido sugerente y nostálgico de un antiguo bandoneón escapándose entre los rutilantes colores.

Sobre todo impresionan sus mujeres, inmersas en un extraño romanticismo, perdidas en la magnificencia urbanística de la gran ciudad, actuando casi como personajes surrealistas, emiten desde el cuadro un mensaje cargado de intenciones, de vibraciones.

Los artistas argentinos tienen la tendencia de cruzar el Atlántico y venir a la vieja Europa a empaparse en la impronta cultural de los clásicos. Eso ha hecho el joven pintor bonaerense Martín Riwnyj que, tras conseguir innumerables galardones en su país de origen, comenzó en el 2001 un largo periplo por Inglaterra, Escocia, Irlanda, Holanda, Italia y España, en busca de revitalizar su formación y, de paso, aprovechar para dar a conocer en el viejo continente sus trabajos.

Mirada cinematográfica. Las pinturas de Martín Riwnyj que han llegado a León, ciudad con la que le unen lazos familiares, muestran a un artista profundamente influido por la realidad de la enorme metrópolis de Buenos Aires. Por eso, en muchos de sus cuadros son protagonistas las calles de la capital del Plata. Encuadra Martín Riwnyj su mirada desde una perspectiva muy cinematográfica, pinta escenas vivas, captura el movimiento y la emoción del instante vivido intensamente. Singularmente hermosas, como decíamos, son sus figuras femeninas, siempre rodeadas de misterio, alumbradas por las luces de neón de la noche capitalina o impregnadas de una tensa atmósfera propiciada por un amanecer que, más que preludio de un nuevo día, es el signo silencioso de una jornada que se pierde definitivamente entre las emociones de una intensa madrugada. A pesar de mantenerse en un estricto formalismo, las pinturas de Riwnyj, ofrecen claros detalles de modernidad, sobre todo en la impresionante gama de colores fuertes de su paleta. Combina el pintor con audacia los rojos y los azules, teniendo siempre como contrapunto el negro intenso y, de vez en cuando, unas vibrantes pinceladas de cromatismos eléctricos, que aportan a sus obras un toque personal de modernidad.