Diario de León

La Biblioteca Nacional expone un beato robado a León para celebrar sus 300 años

El códice de Fernando I y Sancha está deteriorado tras prestarlo a Italia y permitir que se hiciera un facsímil.

Uno de los libros que expone la Biblioteca Nacional.

Uno de los libros que expone la Biblioteca Nacional.

León

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La Biblioteca Nacional ha elegido 240 tesoros para conmemorar sus 300 años de historia. La estrella principal de esta exposición, que hoy inauguran los Reyes y que puede visitarse hasta el 15 de abril en la sede de la biblioteca madrileña, es el beato de Fernando I y Sancha, expoliado de San Isidoro y en un lamentable estado de conservación, debido a la falta de celo con que la institución que actualmente dirige Gloria Pérez Salmerón ha tratado uno de los manuscritos más valiosos del mundo. El beato leonés destaca entre las 240 joyas —seleccionadas entre 30 millones de documentos— de la muestra Biblioteca Nacional de España: 300 años haciendo historia, en la que también se exhiben códices de Leonardo da Vinci, grabados de Rembrandt, Velázquez, Durero y Goya; manuscritos de Lope de Vega, Dalí, Lorca, Borges y unos sonetos autógrafos de Miguel Hernández escritos en la cárcel.

Las peripecias de un beato. El beato fechado en el año 1047 y donado por los reyes Fernando I y Sancha a San Isidoro, fue sustraído de la colegiata en 1580 y se custodia en la vitrina 14-2 de la Biblioteca Nacional. Sufre graves daños después de que el Gobierno de Aznar autorizada su préstamo en el año 2000 para una exposición en el Palazzo Venezia de Roma. Bajo la supervisión del escritor Luis Alberto de Cuenca, por entonces responsable de la Biblioteca Nacional, se permitió la salida del códice, pese a estar ya con problemas en el folio 317 y correr peligro de no resistir la luz intensa. A los pocos días, una comisión de expertos españoles fue enviada urgentemente a la capital italiana por el Ministerio de Cultura para que retiraran de inmediato el códice y regresaran con él a España, debido a que estaba entrando en un proceso irreversible de deterioro, causado por el alto grado de humedad del lugar donde seexponía y las pobres medidas de preservación. De vuelta ‘a casa’, los expertos calificaron de «gravísimo» el estado del códice y emitieron un informe aconsejando no prestarlo nunca más ni autorizar ningún tipo de fotografía o manipulado.

Sin embargo, 22 de noviembre del 2005 la entonces directora de la Biblioteca Nacional, la escritora Rosa Regás, firmó un contrato con el Club Bibliófilo Versol, al que daba su autorización para manipular el beato, con el fin de publicar una edición facsímil. Se trataba de un permiso insólito, ya que ninguna biblioteca del mundo consiente una edición facsímil habiendo ya una edición de alta calidad en el mercado. La editorial Versol hacía alarde en su publicidad de que el facsímil era una reproducción directa y mostraba incluso una imagen donde se apreciaba el «trato» que había dado al códice —abierto por la mitad y bocabajo—.

El editor catalán Manuel Moleiro, de cuyas prensas han salido algunos de los facsímiles más valiosos para las principales bibliotecas del mundo —incluido el beato de Fernando I y Sancha— denunció públicamente que la Biblioteca Nacional había estado haciendo negocio con el beato leonés. También acusó a esta institución de dar un trato de favor a determinada editorial española para facsimilar el códice, mientras que él había tenido que pagar en 1992 a la misma institución 392.660 euros.

Coincidencia o no, tras el ‘escándalo’ del códice leonés tanto la ministra de Cultura, Carmen Calvo, como la directora de la Biblioteca Nacional, Rosa Regás, fueron relevadas.

La Biblioteca Nacional, que cuenta con 250 kilómetros lineales de estanterías, con un depósito robotizado de más de 30 kilómetros, custodia otras joyas bibliográficas leonesas, como el Códice del Libro Juzgo, de 1058; el Códice exposición de la carta del apóstol Santiago; y la Historia silense, códice del siglo XV. En junio del año pasado, la entonces consejera de Cultura, María José Salgueiro, anunció que reclamaría la devolución del patrimonio expoliado a León y que se encuentra principalmente en el Archivo Histórico Nacional, en la Biblioteca Nacional y en el Museo Arqueológico Nacional. La iniciativa se quedó en una mera promesa.

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