Tomás Val | Escritor
«Vivimos un alzhéimer provocado y un desprecio total hacia la memoria»
Admite que cualquier tiempo pasado fue peor y que en su nuevo libro escribe —en diez relatos— sobre el desamparo al que irremediablemente conduce la vida; la enfermedad, la vejez, la soledad... «y esa voluntad de seguir vivos pese a todo». Esta tarde, a las 19.00, lo presenta en el Museo de León. Le acompaña el escritor y académico leonés Luis Mateo Díez.
«Me dicen que soy leonés y si te digo la verdad no me molesto ni en desmentirlo», asegura este escritor cuyas raíces se asientan en Marcillo de Bureba (Burgos) pero su corazón guarda un «profundo cariño» por una tierra «que me apasiona y en la que no tengo más que buenos amigos». Uno de ellos, Luis Mateo Díez, le acompañará hoy en la presentación de sus Cuentos del desamparo , su último libro, en una cita que tendrá lugar en el Museo de León a partir de las 19.00 horas.
—El propio Luis Mateo dice de usted que su memoria alimenta la escritura contra el olvido...
—Yo pienso que toda la escritura es una herramienta contra el olvido, un arma cargada contra el futuro. Para mí todos bebemos de la memoria.
—¿Piensa que la sociedad actual vive un tipo de Alzhéimer que va mucho más allá de la propia enfermedad?
—Sin duda. Por desgracia vivimos un Alzhéimer provocado y un desprecio total hacia la memoria. Si a mí me da por escribir de un paisano de León, de la montaña —y esto es extrapolable a cualquier zona de España—, alguien pondrá enseguida la etiqueta de literatura rural a ese futuro libro como si todos al fin y al cabo no sintiésemos lo mismo, como si sólo primaran las grandes urbes, es cuanto menos curioso.
—¿Dónde nace el desamparo sobre el que versan estos diez relatos?
—Bueno sobre todo es el desamparo al que irremediablemente nos conduce la vida; la enfermedad, la vejez, la soledad... y esa voluntad de seguir vivos pese a todo. Al final que el político de turno robe, prevarique o cometa injusticias nos queda mucho más lejos que las grandes tragedias, que siempre ocurren en lo cercano.
—En general, y en particular en su nueva obra, suele desnudar el alma de las personas dejando al descubierto sus miserias más profundas. ¿No cree que a veces estamos ya muertos en vida?
—Sí, y te diré que muy a menudo. Hoy en día lo único que nos gusta es lo inmediato, las fábricas hacen todo para que se estropeé en cinco o seis años, hay una necesidad enfermiza por renovarse y pienso que lo verdaderamente esencial es lo que dura. Todos hemos oído alguna vez conversaciones de otras personas y se percibe una fuerte vanalización de las cosas. En Cuentos del desamparo he tratado de medir el tempo de las cosas íntimas.
—¿Por qué ese rechazo a lo políticamente incorrecto?
—Porque vivimos en el imperio de lo correcto que nos imponen determinados medios de comunicación. A lo largo de los años nos han impuesto una determinada estética, unos gustos, nos han dicho qué vinos tenemos que degustar... No interesa que los ciudadanos piensen por sí mismos, de hecho si hacen lo contrario se convierten en ‘seres’ peligrosos.
—Entonces, ¿cualquier tiempo pasado fue siempre peor?
—Sí, a pesar de todo lo que dejemos en el camino vamos mejorando. Hombre puede que a corto plazo las cosas se pongan feas, nos estamos cargando muchas cosas, se vende una moral donde prima el dinero, la fama... un grave error.
—¿Es esa pérdida de las raíces la verdadera crisis que nos asola hoy en día?
—Hombre, todo está relacionado, pero no nos engañemos, los errores que se están cometiendo los provocan ciertas minorías que al final son las que manejan el cotarro y suelen conseguir que lo paguemos los demás.
—Este es su tercer libro relato. ¿Se siente cada vez más cómodo en este género?
—Soy novelista pero el cuento te permite abrir las ventanas. Me gusta decir que una novela es como marcharse a un país extranjero durante una larga temporada con el inconveniente de que no te deja salir de él. El cuento sin embargo es un hallazgo constante que sí te permite ciertas vías de escape.
—¿Cuál será su próxima novela?
—Bueno, el título no es aún definitivo pero podría llamarse La ira de Dios, una historia que transcurre en Urbana y en la que sin que pase nada misterioso, los muertos comienzan a regresar a la vida.
—¿Y cuándo cobrará vida?
—No lo sé, las prisas no van conmigo desde hace mucho tiempo.