Directos contra la crisis

A los grupos musicales no les queda otra: o se dedican a hacer actuaciones en directo o su supervivencia está más que amenazada. La caída («brutal», como califican algunos programadores) en la venta de discos por la crisis económica y la piratería ha hecho que las bandas —independientemente de su magnitud— se vean forzadas a obtener beneficios por el único conducto que les resta: el de los conciertos, precisamente la forma que tiene el público de comprobar, sin trampa ni cartón, la profesionalidad de quienes se suben a un escenario.

Ese es el denominador común en las reflexiones de programadores y responsables de salas leonesas. Tanto si se trata de pubs y cafés que ofrecen conciertos semanalmente como de firmas especializadas en la producción de eventos, la tónica es la misma: un ascenso en la oferta de música en directo que oscila entre un 40 y un 50% con respecto al año pasado.

Así, Guillermo Mateo, programador musical del Gran Café, recuerda que «casi todos los días tenemos mails de grupos que quieren tocar aquí», ofrecimientos que luego ellos se encargan de seleccionar y ampliar, con contactos propios, para diseñar una programación que, «aunque variada, tenga un estilo definido». Mateo lleva solo tres años dedicado a este oficio pero constata que la afluencia de público «es cada vez mayor» (aunque lo fácil sería poner en la tele «el Barça-Madrid») y que la simbiosis entre sala y grupo lleva a que «ambas partes queden contentas». En el caso de este local, los conciertos se programan entre semana para aprovechar que normalmente no hay oferta musical esos días. El Gran Wyoming, Molotov, Javier Krahe... son algunos de los artistas que han llenado este acogedor café-restaurante en el que muchos repiten «porque, aunque no es muy grande, se sienten a gusto», transmite Mateo.

«Echarse a la calle». Prácticamente también cada semana, viernes o sábado, Studio 54 acoge a grupos punteros, con especial dedicación por la música independiente, el rock y el hip-hop. Su gerente, Manuel Garmón, afirma que las bandas «se han echado a la calle para poder comer». «Antes vivían, en gran medida, y además de la venta de discos, de los contratos que firmaban con ayuntamientos, fiestas de localidades durante el verano y festivales, pero todo eso ha bajado muchísimo, casi un 90%», aporta Sonia Pérez, responsable de programación de la sala. Y es que los cachés también han bajado «bastante», añade Garmón, quien no duda en calificar de «desorbitados» muchos de los que se exhibían antes. De todas formas, ¿compensa? «Bueno, unos con otros, entre los que salen muy bien y los que no, se va equilibrando la cosa», piensa.

Lo que está claro es que la labor de programador no es nada fácil. «Hay que mirar muchos factores: que no coincidan con partidos de fútbol, fiestas, exámenes o conciertos similares que haya en la ciudad, etc.», dice Pérez, recordando que la ciudad de León se beneficia de las rutas que suelen seguir los grupos hacia Galicia y Asturias. Los Coronas, Vetusta Morla o el rapero Kase O son algunas de las actuaciones más recordadas en Studio 54, sala que lleva programando regularmente desde 2005. Con respecto al año pasado, Garmón calcula en un 30 o 40% el ascenso en el número de conciertos previstos para esta temporada.

Además, tanto los responsables del Studio 54 como del Gran Café juzgan «muy positiva» la competencia entre salas. «Fomenta que la gente salga de casa y que se acostumbre a la música en directo, a este otro tipo de cultura», dice Manuel Garmón, quien también es responsable de la discoteca Oh León! un espacio que, por su gran aforo (1.500 personas) prevé conciertos puntuales y de gran afluencia (así, los próximos serán los del dj Juan Magán este sábado y el de la cantante Bebe del 14 de abril).

La ‘burbuja musical’. Desde el punto de vista de las empresas productoras, Pascual Fernández, gerente de Vinilo Ideas Musicales, asegura que el aumento ha sido «grandísimo». «León nunca ha tenido una programación como la de esta temporada o la que se avecina». ¿La causa? «Hemos experimentado un cambio en el modelo de negocio, antes estaba basado en ventas y contratos por parte de instituciones, y éstas lo primero que recortan en crisis es la cultura». «Lo que ha bajado es, de una forma brutal, la venta de discos, pero no el consumo de música por Internet, incluso las descargas legales vía iTunes han subido; todo eso ha provocado que los músicos se busquen otras vías de negocio y la principal el directo, que ha subido un 50%».

Para Pascual Fernández, se ha demostrado que las alianzas entre instituciones y empresas, como en el caso actual del Auditorio, han producido «quizá menor ingreso, pero más oferta que nunca». Lo que había antes era una «burbuja musical, como la inmobiliaria o la financiera», declara. Por su parte, Jorge Martínez, del Molly Malone’s, sala especializada en grupos leoneses, destaca el excelente nivel musical que hay en la ciudad y su buen público: «Llevamos ya una década ofreciendo conciertos cada domingo ¡y sin repetir grupo cada año!».