Diario de León
Publicado por
José Javier Esparza
León

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Han pegado a otro cámara de televisión. Son dos en pocos días. Son más de cinco en unos cuantos meses. En España. Parece que el golpe al periodista se va convirtiendo en una disciplina complementaria del arte de la algarada callejera. Otros, más finos, no golpean, pero vetan a determinados medios. En realidad, lo mismo da una cosa que otra. Es muy común matar al mensajero cuando todo son malas noticias. Pero el mensajero, evidentemente, no tiene la culpa. Que se tome a la televisión como objetivo de la ira popular es un dislate peligrosísimo. Un dato importante: en los últimos cuarenta años hemos visto y padecido manifestaciones de todo tipo y de todos los colores, algunas ciertamente violentas, pero nunca hasta ahora la agresión a los medios de comunicación se había convertido en una costumbre.

Por decirlo así, había un reconocimiento implícito de que la prensa sólo es una mediadora, y eso la hacía, si no intocable, por lo menos respetable. Sólo los terroristas habían apuntado ahí su objetivo. Pero ahora el tabú se ha roto. Y curiosamente, quien lo ha hecho es una generación nacida y crecida íntegramente en democracia (con todos los matices que usted quiera), es decir, en un sistema que blasona de garantizar la libertad de expresión y de información.

Otro dato importante: de unos años a esta parte, los propios medios de comunicación han dejado de responder en bloque ante las agresiones y ya ha podido verse por ahí a periodistas que «comprenden» o incluso justifican que se ataque a unos u otros por su color político, imputando «montajes» para quitar hierro al martillo pilón.

Esto, evidentemente, es una enfermedad, porque uno puede discrepar, pelearse e incluso insultarse por razones de ideas, pero hay un punto en el que la enemistad se hace irreversible, y ese punto es precisamente la agresión física. Si aceptamos, comprendemos o justificamos la agresión física por razones ideológicas, entonces nos hemos cargado el sistema de convivencia. Más de un colega debería reflexionar sobre estas cosas. Aunque solo sea porque mañana le puede tocar a él.

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